JEREMY
Samantha está de mejor ánimo. Sé que lo que dije estuvo mal y no debí expresarlo, ahora quiero hablar con ella y disculparme.
¿Cómo se va sentir mal amarla? Si con solo su sonrisa el día mejora. Soy un imbécil de lo peor.
Dylan una vez me preguntó si creía en el destino y yo le dije que sí. Samantha y yo nos cruzamos por algo, ¿no? No solo por él.
¿Y si solo te estás excusando con ello...?
La reunión con los argentinos termina y Sam se despide de ellos, hablando en un casi perfecto español. Les sonríe a todos y estoy casi seguro de que si aceptaron hacer negocios con Rick es por ella y su amabilidad.
Mañana volveremos a Nueva York y este será el fin de los viajes para Sam hasta que dé a luz.
―Bueno, chicos. Yo iré a dormir ya. Mañana hay que levantarse temprano ―se queja Rick, levantándose de la mesa.
―Buenas noches ―se despide Sam.
―Descansa ―le digo, riéndome de su actitud.
Él resopla y nos deja solos en el restaurante del hotel. Samantha desvía su mirada hacia el plato, jugando con los restos de comida.
― ¿Qué te pareció Buenos Aires? ―pregunta, mirándome.
―Es bonito ―admito―. ¿Has venido antes?
―Sí. He ido a varios países latinoamericanos. Aunque mi sueño es conocer Alemania ―musita lo último, dejando de mirarme de nuevo.
―Iremos. Te lo prometo ―digo, tomando su mano sobre la mesa―. Yo necesito hablar contigo y quiero aprovechar que estamos solos.
―Jeremy, no sé si...
―Lo siento ―la interrumpo y me mira―. No es fácil ni para ti, ni para Dylan. Mucho menos para mí. No esperábamos que esto pasara. Aunque, ¿cómo no pude darme cuenta?
― ¿De qué? ―pregunta.
―De que me gustarías en algún momento. Es imposible no hacerlo ―admito, acercando mi silla a ella―. Eres generosa, amable, tienes bonitos sentimientos, eres preciosa, divertida e irradias una luz increíble. Al final, tarde o temprano, iba a terminar cegado por ti.
Sus ojos se cristalizan y desvía la mirada.
—Sé que la situación es difícil, no porque Dylan siga aquí a pesar de que hace cuatro meses falleció. Ustedes tienen una historia de años...
—... tres años —me recuerda y sorbe por la nariz.
—... y yo no planeo ocupar su lugar. Entiendo que te sientas culpable, aún hay una pequeña parte de mí que se pregunta si esto que surgió entre nosotros está bien. Sin embargo, no es un pecado amar y no es algo que se pueda evitar —continúo—. Samantha, tanto tú como yo nos merecemos una segunda oportunidad, merecemos ser felices.
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Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|
RomanceUna pareja se ve separada por la muerte, pero el amor parece tener ventaja cuando Dylan se estanca en el mundo de los vivos y, con ayuda de Jeremy, buscará la forma de despedirse de Samantha, su prometida. Así, durante esta travesía, tal vez los tre...