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Dos humeantes tazas de té reposaban sobre la pequeña mesa de cedro ubicada al centro de la estancia, en donde ambos chicos no eran capaces de articular palabra alguna muy a pesar de sus deseos por liberar todo aquello que desfilaba en su mente.

El mayor de ambos quien miraba sus manos sobre su regazo aparto la mirada de las mismas para hacerle frente al menor quien parecía más que incomodo ante la situación actual. Aclaro su garganta tomando inmediatamente la atención de su compañero -YoonOh, yo...

-Puede quedarse el tiempo que necesite- interrumpió el menor y el castaño asintió agradecido -tampoco diré nada, así que por mi no debe preocuparse- agrego el más alto.

-Gracias- murmuro bajito DongYoung, quien estaba a punto de romperse, resistiendo el dolor, conteniendo su llanto. Él no lloraba nunca, menos en publico, ya antes el menor le había visto desquebrajado. No quería que lo viese llorar nunca más, ni YoonOh ni nadie. 

El pelinegro se hallaba confundido y consternado a partes iguales. Pero muy a pesar de toda la curiosidad que le inundaba y del derecho que era consiente poseía para exigir una explicación a dicha situación no se atrevió  saciar la más mínima de sus dudas; no sabía si era el hecho de tener enfrente a la persona que deseaba encontrar o que el chico que tenía al frente lucía totalmente deshecho, con un par de prendas convertidas en horribles harapos y aquellas extensiones color purpura tatuadas en su piel. Sabía que con tales evidencia no era lo mejor dañar más al mayor, no quería hacerlo recordar, no podría hacerlo sufrir. 

Entre sus vagos pensamientos y el sepulcral silencio el blanco escucho el suave golpeteo sobre las baldosas a lo lejos haciéndole saltar en su lugar al recordar que el grifo de la ducha seguía abierto. Estaba a nada de salir corriendo cuando una mejor idea encallo en su atareada cabeza.

-Vamos- ladeo la cabeza mientras se ponía de pie extendiéndole la mano al mayor. El de ojos grandes le miro inseguro para decidirse, al final acepto la oferta sin preguntar. Apenas su compañero estuvo de pie YoonOh lo arrastro consigo hasta el gran cuarto de baño en el apenas no hace unos momentos el  se hallaba llorando silenciosamente bajo la regadera. 

-¿Para qué?- pregunto extrañado el delgado observando el lugar mientras el menor soltaba su mano dejándolo parado justo a la mitad del pequeño cuarto para abrir el grifo de la tina y cerrar el de la regadera.

-Creo que le vendría bien un baño si no quiere pescar un resfriado- murmuro intentando no exponer su alegría y alivio ante el recién aparecido. DongYoung asintió desganado aun sabiendo que el menor no lo veía.

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YoonOh llamo dos veces a la puerta sin recibir respuesta alguna. El silencio absoluto le hizo tragar en seco, con la mano temblorosa y rezando a internamente deseo que al abrir la puerta el mayor se hallara bien. 

-¿Presidente?- llamo dubitativo mientras asomaba la cabeza por la estrecha abertura intentando adaptar su visión a la oscuridad del lugar -¿DongYoung esta bien?- volvió a cuestionar ahora preocupado, entrando al lugar después de todo. Encendió las luces, dándole una tenue iluminación al cuarto escaneandolo inmediatamente. El pelinegro dejo escapar un suspiro autoconsolador cuando hallo con la mirada a delgado chico en la bañera -Dios mío DongYoung sabes cuanto me asuste cuando no respondiste- reto al mayor mientras se dirigía a la tina deteniéndose de golpe al recordar la forma en la que le había hablado a su superior. 

El mayor no se inmuto ante nada, haciendo que el blanco se abriera los ojos y relajara su ser al no recibir la llamada de atención que creía el mayor le daría. YoonOh ladeo la cabeza divisando el pequeño cuerpo tembloroso que se encontraba en el agua. Era extraño, DongYoung estaba sentado a mitad de la tina con las piernas recogidas mientras sus brazos se aferraban a ellas como si su vida dependiese de eso, Jung podía saberlo por las marcas de sus uñas sobre su pálida piel, la cual estaba rociada de diversos hematomas, algunos más grandes y marcados que otros. No podía ver lo ojos del presidente escolar, aquel par de esferas marrón que siempre se hallaban a la expectativa de todo, como si cada cosa que se topara en su camino fuese algo nuevo y maravilloso. Pero no, no podía verlas ya que el rostro de Kim DongYoung se encontraba oculto entre sus rodillas, como si quisiera esconderse de algo. 

El menor camino lentamente el resto del trayecto hasta donde el castaño.

-Le he traído ropa y algunas toallas- murmuro el dueño de la casa, analizando la forma en la que el menor temblaba rodeado del agua cristalina. El joven vicepresidente chasqueo la lengua inconforme y abrió el grifo del agua caliente, haciendo que esta se mezclara con la helada laguna que rodeaba a DongYoung, dejo del lado un momento a su invitado para dirigirse al otro extremo de la habitación buscando un par de cosas entre las gavetillas de madera, tomo un par de cosas y volvió al lado de su compañero, tomando asiento esta vez a orillas de la tina -le ayudaré a tallarse, ¿Esta bien?- miro expectante al mayor en espera de una respuesta que nunca llego.

Sin nada más que hacer suspiro resignado cerrando el grifo para después mezclar un poco de jabón de azar y cítricos en la bañera con la intención de ayudar a relajar a DongYoung por medio de un aromaterapia que el mismo se daba contadas veces, pero que en esta ocasión creía era esencial. 

Sin atisbo alguno de vergüenza tomo la esponja humedeciéndola y pasándola por cada parte de piel que cubría al más delgado. DongYoung se irguió al sentir la esponja sobre su cuerpo la primera vez que YoonOh la deslizo suavemente sobre su espalda sintiéndose un inútil sin reparo alguno, tal y como le había gritado su padre.

-Puedo hacerlo yo mismo- hablo por primera vez el de cabello color chocolate estirando su mano para pedir la esponja sin atreverse a mirar al menor.

El de piel nívea negó sonriendo calidamente -Yo lo haré por usted. 

DongYoung asintió rígidamente intentando destensar sus músculos los cuales se habían contraído ante el tacto ajeno, las puntas de sus orejas se enrojecieron ahora que era consiente de que alguien más lo estaba tocando, puesto que nunca nadie desde sus cinco años le había visto desnudo, nis siquiera su novio, Moon TaeIl. Se sentía tan expuesto debido a la embarazosa situación. Por su parte el pelinegro quien capto la condición del mayor intento retener una risita para no incomodar a su compañero.

-DongYoung- murmuro bajito el delgado.

-¿Mh?- YoonOh freno su tarea confundido.

-Puedes llamarme DongYoung, YoonOh- balbuceo a un más bajo un apenado Kim. 

El más alto ansioso efusivamente totalmente emocionado ante el privilegio otorgado -Esta bien. DongYoung.





Hola pimpollos, les traigo lo que acontece de esta historia. He notado que se esta tornando algo larga. Espero no se aburran a medio trayecto.  :')

No saben la lata que me dio publicar este capítulo, pero en fin esa es otra historia y aquí estamos ¿No? 

Por cierto quiero disculparme con los lectores de 'Fake love', no se ofendan pero ya había olvidado que tenía esa historia. No se preocupen que mañana me paso por ahí. 

Bien eso es todo de mi parte por hoy, espero nos leamos pronto y suerte en todo lo que hagan, se les quiere mucho. ^^

Mi más sincero amor a todos los que votan y comentan, aunque no lo crean reconozco a cada usuario, lo amo y me hacen muy, muy féliz. <3

P.D: Saluditos a todas las miembros del 'Bunny Clan', gracias por el amor y el apoyo chicas.  

Entrenando a tu novio | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora