I Conociendo al príncipe.

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KATYA:

Algo no estaba bien. Pero claro, claro que no estaba bien. Me despidieron del trabajo, y ahora no tendré como pagar la maldita renta.

Me quede viendo el sobre de dinero de mi despido, y el invernadero en el que solía trabajar de lunes a sábado, cuidando las plantas y atendiendo a cualquier persona que entrara en ese hermoso lugar.

Bien, pero por ahora no tenía nada. Y bueno, todo estaba mal.

Subí a mi bicicleta sin saber a dónde ir, ¡No tenía a nada ni a nadie!

Cuando menos me di cuenta llegue a un parque, suspirando me baje de mi transporte y me senté en una banca con la espalda encobada. Volví a suspirar y me mordí el labio superior.

-Pero claro, la culpa de todo la tengo yo, -dije hablando sola - se cae algo y ¿Quién tiene la culpa? Katy, se pierde algo y ¿Quién tiene la culpa? Pues Katy, claro como si yo tuviera súper poderes y, y... y con la mente hiciera todo, pero no, yo no hago nada malo pero siempre termino embarrada en las cosas que no hago...

Levante la cara viendo a un chico que me veía con una sonrisa y el ceño fruncido.

- ¿Qué? -le dije, él dio un paso hacia mí.

- ¿Estas bien?

-Sí... bueno no, veras esta mañana llegue a mi trabajo y me despidieron por algo que yo no hice, peo me culparon a mí... pero bueno, ¿Por qué te estoy diciendo esto? Ni siquiera te conozco

El chico se rio y dio un paso más.

-Hablas mucho -murmuró

-Sí, cuando estoy nerviosa hablo mucho, y a veces se me traba la lengua y digo tonterías o incluso hasta invento palabras... lo siento estoy hablando mucho

-No te preocupes, se me ocurre que puedo ayudarte

Le miré con el ceño fruncido, era un chico lindo, pero vamos, no lo conozco y no debo confiar en las personas que no conozco.

-No, muchas gracias pero ya... ya veré que hago con mi vida.

Me puse de pie y el camino los últimos pasos que nos separaban.

-Soy Justin -dijo, después de unos segundos el alzo las cejas, baje la vista y él tenía la mano tendida hacia mí.

-Ay, discúlpame que bruta soy -le tome la mano y la sacudí - soy Katya, pero no me gusta que me llamen así, prefiero Katy

-Bueno Katy, tengo que irme mis hermanos me esperan por allá -el señalo hasta una camioneta súper grande, mire su brazo izquierdo lleno de tatuajes, no los había notado antes, pero me gustaban, lucían bien en él.

-Sí también yo tengo que irme, adiós -dije arrastrando los pies y camine hacia donde había dejado a mi bicicleta, mi vehículo.

Pero recordé que iba por la dirección equivocada, y el chico iba por el camino que yo debía tomar y en dirección opuesta a donde estaban sus hermanos. Me di la vuelta y él ya estaba caminando hacia mí, bueno no hacia mí hacia sus hermanos.

-Debo ir hacía allá -dijimos al mismo tiempo.

Nos reímos y continuamos caminando. Volví a suspirar a mitad del camino y me gire para ver al chico, él también me miró le sonreí y le dije adiós con la mano. Él me devolvió el gesto. No recordaba su nombre, me hubiera gustado volver a verlo otro días, pero como soy muy tonta no acepte su ayuda, pero pensándolo bien había hecho lo correcto. Nunca sabes si los chicos guapos son psicópatas. ¡Lo ven! Hasta en mis pensamientos hablo mucho.

Pero bueno, no recordaba su nombre, pero si recordaba sus ojos, eran muy lindos la verdad, siendo sincera todo él era muy lindo, ya sabes como de esos príncipes que solo vez en las películas o, de esos que los cuentos de hadas describen.

[...]

Con el dinero que me habían dado de mi liquidación compre un periódico y busque empleos, busque con cuidado y me dispuse a buscar, pero con mi mala suerte cada vez que iba a uno yo comenzaba a decir:

-Hola, vi sobre el empleo en un anuncio...

Y el encargado me decía: No necesitamos más personal.

Iug, las personas podían ser muy malas algunas veces.

Suspiré viendo el ultimo recuadro que había marcado, la dirección estaba bastante lejos, y especificaba que era para niñera. Amaba los niños, lo juro pero me daba un poco de terror no agradarles, claro eso si me daban el empleo.

Me monte en mi bicicleta y comencé a pedalear hasta la dichosa casa.

Contrato de PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora