II Principe...

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Para llegar a la casa tenía que andar por un largo trayecto privado, y era lleno de curvas y cuestas arriba. Algo bastante difícil para mi debido a que iba en mi nada comoda bicicleta, es decir, no me mal intérpretes, amo mi pequeña y algo vieja bicicleta, pero en esos momentos no me ayudaba en mucho, mi frente estaba sudada y mis mejillas calientes.

Por los lados de la carretera había árboles enormes, así que decidí seguir a pie y maravillarme con esos árboles gigantes. Camine y camine por varios minutos a la orilla de la pequeña carretera que serviría sólo para que un auto pasara sobre ella.

Me pregunte porque tanto misterio, o quien rayos viviría ahí, al menos deberían poner un trasporte que me lleve a la casa, pero vamos, a quien engaño, las personas que visiten a los dueños de esa casa deberían contar con autos propios.

Sonreí cuándo vi que la verja estaba más cerca, apresure mi paso con los converse y mi vestido corto brillando bajó el sol, y no paré hasta llegar a la reja color marrón. Un hombre con pantalones de color negro y camisa blanca me miro desde atrás.

-¿Sí? - dijo levantando las cejas.

-Emm-murmure sacando el trozo de papel con la información del empleo- eh venido por esto.

Le dije, me miro de arriba abajo con el ceño fruncido y negó con la cabeza. Abrió un poco la verja.

-Lo siento, pero el puesto sólo es para personas con conocimientos sobre niños

-Pues yo se mucho de eso.

Le dije poniéndome una mano en la cintura. Él casi escupe cuando trato de reprimir una risa. Bobo, pensé.

Rodé los ojos y el se rió, y creo que se rió de mi. Fruncí el ceño, dispuesta a decirle que me explicara que era tan gracioso como para que se burlara de mi. Pero entonces él hablo.

-Está bien, ¿Cuál es tu nombre?

No pude evitar sonreír, el hecho de que al menos está vez no me habían dicho un •NO• rotundo me daba esperanzas, di un medio salto y me emocione mucho. Junte las manos a la altura de mi pecho, y sonreí aún más.

-Katy -le dije tomando una de sus manos y sacudiéndola. No me tome el tiempo para pensar sí lo había hecho muy suave o no.

Frunció el ceño por enésima vez y abrió un poco más la verja para que entrara, entonces una vez dentro la cerro.

-¿cómo te llamas tú? - le pregunte. El no me miró.

-No creo que sea de mucha importancia.

-Oye, deberías aprender a ser un poco más amable -Le dije. Pero el sólo sonrió negando con la cabeza.

Continuamos caminando por todo el jardín hasta llegar a la enorme y majestuosa casa, parecía más un castillo que casa. De color blanco con puertas y ventanas de madera fina, rodeada por flores y pasto. Frente a ella una preciosa fuente de agua con forma de dos ángeles blancos. Vaya, las personas con mucho dinero no saben en que gastarlo. Ahora lo veo. El tipo que no quiso decirme su nombre da dos golpecitos en la puerta, espera unos segundos y vuelve a golpear. Me preguntó sí no sería más fácil usar el timbre.
Entonces una mujer un poco gorda abrió la puerta sonriéndole a "sin nombre" después me miro a mi.

-¿Quien es ella?

El tipo me miro con las cejas alzadas de arriba abajo y luego se encogió de hombros. Yo siemplemente rodé los ojos.

-Cree que puede obtener el puesto.

Le sonreí a la mujer, pero ella no me devolvió el gesto, me ignoro por completo, estaba comenzado a creer que las personas en esa casa eran todas unas mal educadas. Vaya suerte la mía.

Entonces ambos se miraron con complicidad y estallaron en carcajadas.
Me cruce de brazos algo molesta, y la mujer negó con la cabeza aún riéndose.

-Ella cree que es mejor que 8 mujeres experimentadas -dijo señalándome.

-Eso cree ella -"sin nombre" continuo burlándose de mi.

La mujer rechoncha se puso frente a mi, mirándome como sí estuviese en una tienda de mascotas, miraba fijamente cada parte de mi pequeño y escuálido cuerpo, posó las manos en lo que algún día fue su cintura y frunció los labios y el entrecejo.

Imite su postura y juro que era un duelo de miradas, no me iba a dejar intimidar, necesitaba el trabajo.

-Veremos sí piensas lo mismo cuando los veas -ella dijo señalándome con un dedo y luego se froto las manos en su delantal.

-pues si, pensaré lo mismo me crea o no -murmure a sus espaldas mientras ella se alejaba. Me cruce de brazos.

Subió uno a uno los escalones y "sin nombre" se alejó por el mismo sitio del que señora gruñona salió. Me quede de pie mirando a todos lados, la casa era muy lujosa pero parecía sin gracia, sólo esperaba que los dueños no fuesen igual de gruñones que los empleados.

Estaba a punto de sentarme sobre un sofá color rojo marrón cuando una estampida de niños bajo corriendo por las escaleras.

Uno de ellos se coloco frente a los demás mientras yo los veía con los ojos bien abiertos, parecía desfile de la ONU lo juro.

-¿Y tu quien eres? -preguntó el que parecía ser el líder. Su cabello era rubio y sus ojos color marrón. Me miro como sí fuese un policía que trata que su víctima confiese.

-Mi nombre es Katya, pero detesto que me llamen así prefiero Katy, ya sabes suena mejor, con más cariño, como sí fuera de artista, como, como una actriz o yo que se

El Niño me miro como sí yo fuese un bicho raro, o peor aún, una loca.

-¿Qué, que pasa? -pregunte

-Hablas mucho y parece que esas demente, -puso una mano en su barbilla y con dos dedos la masajeo- mmmm comienzas a gustarme

El dijo, los niños me sonrieron sin despegar los labios, y señora gruñona me miro con la boca abierta, chúpate esta, pensé mientras le hacía un mohín.

-Soy Jaxon -dijo en voz alta y chillona -y ellos son mis hermanos, -Jazmín -señalo a la primera en la fila, la que más se parecía a él cabello Rubio oscuro, la niña me sonrió dulcemente.-este es Jeremías -un niño de ojos azules y cabello negro.- Jessica -ella era más grande y de cabello castaño rojizo.

Jessica tenía braquets en los dientes y lucía como sí de verdad fuera una chica dulce, no era una niña eso era claro pero tampoco era mayor que yo.

-Y está pequeña es Johana

Era una pequeña niña de quizás dos años o tres, metía el dedo índice en su boca y me miraba sonrojada, sus ojos eran verdes y su cabello rojizo igual al de Jessica, pero más rojo que castaño.

-¿Sus padres tenían una especie de trauma con la letra J? -pregunte a quien me quisiera responder.

-Quizás -dijo una voz que no provenía de ninguno de los que estábamos ahí abajo.

Los niños miraron hacia arriba, y yo también, y no me lo podía creer.

El chico que había visto en el parque caminaba por todo el pasillo sin mirarnos tomándose su tiempo mientras acomodaba un reloj sobre su muñeca.

Dios, era él, jamás lo olvidaría.

❤️LISTO, ESPERO QUE LES GUSTÉ ESTE CAPÍTULO Y PRONTO SUBIRÉ UNO MÁS, LO PROMETO, JAJA AMO SUS COMENTARIOS DIVERTIDOS. ❤️

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