“Camz, eso es porque es un cachorro.” Le dijo Lauren, riéndose ligeramente para sí misma y poniendo una mano en el brazo de Camila, sonriendola con afecto.
“Sí, pero, ¿de quién es el perrito?” preguntó Camila, sus ojos vovliendose para mirar a Lauren y lejos del pequeño perro donde habían estado fijados. “Es como, ¿de algún pariente tuyo o algo?” preguntó seriamente, aparentemente sin entender que de hecho ahora era suyo. “Quiero decir, es tan lindo,” dijo Camila, volviendo sus atención de nuevo al pequeño animal que estaba sentado en sus patas de atrás mirándola, su correa cogida alrededor de la silla del patio para evitar que se escapara.
Camila se agachó delante del animal, dándole golpecitos en la cabeza tiernamente, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios mientras le empezaba a lamer la parte de atrás de su mano. “No puedo creer que lo cogieras prestado un día para mí.” Terminó y Lauren ladeó su cabeza, finalmente dándose cuenta del malentendido de Camila.
“Ugh no,” dijo Lauren, agachándose al lado de la chica más pequeña y levantando la chapa con el nombre del perro para que así Camila pudiera verlo, la palabra ‘Jasper’ claramente impresa en el pequeño y brillante disco de oro que estaba en el collar alrededor de su cuello. “No lo tomé prestado Camz,” le informó Lauren, observando como Camila decía la palabra de la chapa, una mirada de comprensión en sus facciones. “Es tuyo.”
“Qu…espera, ¡¿qué?!” contestó Camila, volviendose a mirar a su novia en completo shock. “¿Me has comprado un perro? ¿Estás loca?” preguntó, mirando de nuevo al pequeño perro, sus facciones suavizándose casi al instante al verle.
Negó con la cabeza por un momento, intentando no dejarse distraer por la pequeña criatura.
“No me puedes comprar un perro,” le dijo Camila, intentando ser práctica sobre la situación, sin importar lo adorable que fuera Jasper, o lo mucho que quisiera quedárselo. “No me dejaran quedármelo aquí y mis padres no pueden cuidar de él…”
“Camz,” dijo Lauren, riéndose ante la respuesta de su novia. “Confía en mí, todo está hablado te lo prometo.”
“Lauren, es un gesto tan bonito, de verdad que lo es y él es tan lindo. Quiero decir, mirale,” la animó, volviendo su atención de nuevo a Jasper, su sonrisa ampliándose mientras sus ojos caian en el pequeño cachorro marrón que estaba a su lado en el patio, apoyando su cabeza en sus patas con cansancio. “Quiero decir, él es tan lindo, es tan adorable y de verdad, realmente me encanta que tú hayas hecho algo como esto por mí pero, no me lo puedo quedar, no cuando aún estoy en rehabilitación. Además, es demasiado,” compartió con ella Camila. “Los perros no son baratos Lauren, ¿cómo siquiera te lo has podido permitir?”
“Vale,” dijo Lauren, poniendo una mano en un lado del cuello de Camila para callarla. “A lo mejor he ido por el camino equivocado,” reconoció. “Probablemente debería haberte explicado unas cuantas cosas antes de simplemente llegar a la gran revelación.” Admitió y Camila la miró expectante mientras Lauren se agachaba hasta el suelo sentándose con las piernas cruzadas delante de ella.
Camila se puso en la misma postura que Lauren, su mano amablemente acariciando al pequeño perro inconscientemente mientras esperaba la explicación de su novia.
“Bueno,” empezó, extendiendo su mano para coger la otra de Camila sosteniéndola agarrada, su pulgar trazando pequeños círculos en la parte de atrás de esta mientras hablaba. “Como ya sabes, reapareciste inesperadamente en mi vida de nuevo después de seis semanas separadas y no había pensado nada para darte por el día de San Valentín porque, bueno, si estoy siendo sincera, ni siquiera sabía si podía aun pensar en ti como mi novia hasta hace unos días, como para saber que intercambiaríamos regalos.” Iluminó a Camila. “Después resolvimos todo entre nosotras y quería darte algo significativo, algo que supiera que querías y amarías tanto como yo te amo,” divulgó. “No podía pensar en nada,” admitió. “Mi mente estaba completamente en blanco y después del día de la declaración, estaba sentada en la comida y recordé lo feliz que estuviste cuando vimos el perro fuera de Jimmy’s,” continuó. “Pensé en la conversación que tuvimos, como dijiste que siempre habías querido uno y que tus padres habían estado de acuerdo en que a lo mejor podrías tener uno cuando fueras más mayor…”