Aparte de sexy, Ángel estaba forrado. Leo medio había supuesto eso al saber sobre sus padres siendo los dueños de la discoteque, pero no había aventurado tanto como la casa de granito blanco que tenía frente a sus ojos. Como nota mental, iba a tener que hablar seriamente con Ben y Marco en algún momento.
Benjamín y las chicas se bajaron del carro tan pronto este se detuvo. Ellos se sorteaban entre los tres con besos y toqueteos, Leo no estaba seguro sobre cómo sentirse con eso. Ben era un buen tipo y estaba bajo un pase libre de su novia, de todas maneras, Leo era un tipo que juagaba a la monogamia así que...
Ángel llamó su atención poniendo su mano gentilmente en su brazo.
—¿Está bien si entramos? —preguntó en aquella voz suave que había usado antes para preguntarle si quería besarlo.
—¿Por qué me lo preguntas? Hemos llegado hasta aquí.
—Lo sé y sé también que recién nos conocemos, fue un gran gesto el arrancar con nosotros como lo hicimos.
—No le des importancia... aunque es importante, nosotros nos besamos, no beso a cualquiera.
El rostro de Ángel se dividió en una gran sonrisa, batiendo sus pestañas en su dirección.
—¿Ni aunque sea tan guapo como yo?
—Ni aunque sea tan hermoso como tú. Soy de piel, tiene que haber algo más.
Hermoso, ya era la segunda vez que se lo decía. Ángel estaba acostumbrado a ser apreciado. Él se parecía a su madre, tenía rasgos llamativos, el porte de su padre, una boca inteligente, un genio rápido, un desentendimiento de los asuntos para no hacerlos sentir graves. Él le agradaba a la gente, lo sabía. A primera vista y cuando le conocían. O más bien, cuando creían conocerlo. Él era muy bueno fingiendo, pocas personas le calaban hondo; quizás solo Daniela y Pam lo habían logrado. Mientras Leo le miraba, sintió que él podría ser otro que viera dentro de él, pero si lo hacía, sería demoledor.
Tan pronto dejaron el carro, sus manos se buscaron, casi como si llevaran tiempo haciendo lo mismo y no como si se hubiesen conocido hacía menos de dos horas. Se separaron lo justo para abrir la puerta e ingresar al lugar. La casa por dentro era aún más impresionante que por fuera, si es que eso era posible. Ellos pasaron a la sala pintada de un blanco cremoso.
—Chicas, conocen el lugar —Ángel dijo dando libertad a sus amigas. Ellas se dirigieron a los gabinetes de licor abasteciéndose para dar inicio a la noche. La música se encendió desde el equipo en un rincón y el trío volvió a formarse, las chicas rodeando a Ben, bailando.
Ángel se despojó de la chaqueta lanzándola a ningún lugar en especial, Leo lo imitó dejando la suya doblada en un brazo del sofá, luego se le unió en el salón. Se dejaron caer en un Berger de doble tamaño que los dejó apretados cara a cara y se bebieron un vodka en silencio, a ratos riéndose de los movimientos de los amigos de ambos.
Sin darse cuenta, se lo bebieron todo. No había roces entre ellos, solo miradas. Intensas miradas. Calientes. Llenas de promesas. Como si cada uno pudiera ver las intenciones del otro en sus pupilas dilatadas. Cuando quedaba solo el concho de la botella, Ángel se lo ofreció, Leo se negó. Con una expresión extraña en los ojos, el más joven se bebió el resto de un trago. Luego bajó la botella y la tiró al piso.
Leo escuchó el ruido amortiguado de la botella caer sobre la alfombra, pero no le prestó atención. Ángel lucía una sonrisa sexy de medio lado, muy parecida a la que le dio cuando cruzó la cortina hacía unas horas atrás. Destinada a ser coqueta y sugerente, a la vez que lamía su labio inferior una y otra vez. Este estaba hinchado y de un fuerte rojo, Leo quería morderlo.

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Flores en el cabello
RomanceUna noche fuera de control; Leo conoce a Ángel. Y Ángel no es como nadie que haya visto antes. A Ángel le gustan las cosas llamativas, le gusta el rosa y llevar vestidos. Usar tacones y aplicarse maquillaje. Alcohol, drogas, policías arrastrando...