"Perdón" fueron las palabras de Anna cuando la enfrente sin que tuviera como escapar. En mi mente daba vuelta una simple pregunta ¿Entonces porque? Y antes de que pudiera formularla ella ya no estaba.
Dejaría el tema por hoy, no iba a presionarla.
Al llegar a casa notó que no están mis papás y sé que llagaran hasta noche. Preparo algo de comer y termino mis quehaceres antes de volver a mi recámara para sentarme en él borde de la ventana. Me gusta la vista que tengo, puedo ver media ciudad con claridad, puedo ver él cielo sin edificios que estorben y sobre todo puedo ver quien entra y sale de la casa.
Acarició los delicados pétalos de las flores que están al borde del barandal y me inclino un poco mas para sentir la brisa de lo que fue lluvia en la mañana.Busco un abrigo y salgo de mi habitación, bajo las escaleras y esta vez salgo por la puerta principal. Salgo caminando, recorriendo él mismo camino de siempre pero al llegar a casa de Anna, paso sin detenerme. Creo que me canse de no tener respuesta. Continuó caminando sin tomar en cuenta él tiempo.
Entonces reacciono y busco un lugar donde descansar, por suerte dos calles después llego a un parque.
Las calles han cambiado, hay edificios y algunas franquicias. No me equivoco, estoy en él centro.
Me siento en un banco debajo de una jacarandá, no he traído ni siquiera él celular.
Me quedó un rato sin moverme, solo mirando. La gente a mi alrededor se mueve en cámara lenta, todos sonríen y hablan entre si. En que momento termine como ahora, sola. Buscó de nuevo y recuerdo que no tengo como llamarle a nadie. Siempre he sido un poco timida. Antes de conocer a Anna, mi mejor amigo fue César, con él pase toda mi infancia. Un día tuvo que irse de la ciudad y no volvi a verlo.
Se mudó hace dos años, era mi mejor amigo y se fue. Y Anna ahora también se ha ido.Pienso en levantarme cuando un chico se me acerca. Es alto y su cabello es rizado, tiene unos ojos claros que me dejan sin palabras, es muy guapo. Se sienta a mi lado.
—Hay algo en ti que me gusta como te vez —escucho en un susurro.
—¿Disculpa? —pregunto cautelosamente—. Dijiste algo ¿no?
—Que parece que va a llover —afirma.
Inspecciona mi rostro tratando de entenderme y entonces hace algo que me deja aún más fuera de lugar, me lanza una sonrisa y se sienta junto a mi. No se bien que esta sucediendo, me inspira demasiada confianza.
"¿Entonces?, hey, hey, tierra llamando... " escuchó lejano hasta que una mano se agita frente mis ojos y de nuevo lo veo a mi lado con la misma cara que antes.
—¿Ah? —balbuceo tontamente.
—Eres muy graciosa, dije que ya esta lloviendo y que parece que no vives por aquí. ¿Te acompaño? Se de que colonia eres.
Y ahora es mi turno de verlo con cara rara, ¿Cómo sabe donde vivo?
—Oh tranquila, no soy ningún acosador. Hace unas semanas tuve la fortuna de verte corriendo a plena madrugada.
Lo miro incrédula y con sospecha. Yo no me alegraría de ver a una niñita corriendo en la madrugada. Tampoco se lo digo y callo.
—Digo —se rasca la cabeza un poco desesperado—, te seguí desde lejos hasta ver que estabas en tu casa, a salvo. No soy un delincuente.
—¿Como sabes lo que pienso?
—Eres demasiado expresiva, sin palabras dices todo. Tus ojos hablan.
¿Mis ojos hablan? Me pregunto interiormente, entonces lo miro y vuelve a mostrar esa sonrisa perfecta, esos ojos dulces, ese cabello...
—Ahora, si ya acabaste de acosar con la mirada podríamos irnos.
Es cuando noto que ya no hay gente a nuestro alrededor y que nuestros cabellos están pegados a nuestros rostros. La lluvia cae imparable como sueños perdidos, como ilusiones pisoteadas. Me levanto y lo sigo, no se quien sea pero no le temo.
Corremos como niños, salpicando nuestros zapatos en los charcos. Sonrió, como antes de que Natalia apareciera. Y un nuevo sentimiento me abraza pero lo borro rápidamente de mi cabeza y sigo corriendo. Ya no tiene caso correr, vamos mas lento cada vez.
—¿Quien eres? —preguntó de golpe.
—Mario Suarez, 18 años, estudiante de preparatoria, me gustan los libros de Stephen King, fútbol, hijo mayor —Continuaba hablando con la mirada perdida al frente—... Futuro astrónomo. ¿Y tu?
Lo mire de reojo sonriendo—. Margareth, 16 años, hija única, preparatoria, sin futuro definido, pero me refería a el porque... Porque estas ahora aquí, porque me viste esa noche.
Por un momento creí que no respondería pero después de un largo silencio comenzó a hablar.
—Esa noche —bajo la cabeza, inhaló profundamente y continuó—, había tenido no había podido dormir bien, estaba sentado frente a la puerta de mi casa.
>>Corrías como una niña tonta, pero frente a mi te de tuviste y me viste, o eso creí. Entonces de un momento a otro la noche se volvió mas obscura y fría. Revisé la hora, eran las tres y media de la mañana. Pude haber entrado de muevo a mi casa pero algo en ti me hizo cambiar de ideas. Era tu rostro, reflejaba miedo, dolor, estabas llorando. Cuando seguiste caminando unos metros comencé a seguirte desde lejos hasta que lo vi.—¿A quién? —dije ya sin voz.
—Aún no lo se, pero algo te envolvió, como si él viento se hubiera vuelto persona. Gritaste, pero nadie escucho, casi nadie. Caíste de rodillas y no supe que hacer. Corrí para ayudarte y entonces desperté, todo fue un sueño, un sueño muy real. Ahora no se bien si todo eso fue real pero hoy de nuevo estabas ahí, mirando a la nada, supe que eras tu.
Guarde silencio, él no necesitaba en saber nada de lo que estaba pasando. Seguí mirando al frente sin hacer caso a mi curiosidad.
—¿Nada de eso paso en realidad? —pregunto dudoso.
—No.
Me detuvo son su mano puesta en mi codo—. Margareth, esto no es normal. Dime si fue verdad.
—No. Ya te lo dije —resople exaltada.
—Desde ese día te he soñado, siempre angustiada, triste, callada, sola. Todos los días por las mañanas me preguntó por qué. Esta tarde pude haber tomado transporte para regresar a mi casa pero decidí caminar y te vi. No puedes decir que fue coincidencia. Dime quien eres y porque estas en mi mente todas las noches —reclamó frustrado.
—La caminata bajo la lluvia ha sido muy bonita y ha sido un gran gusto conocerte pero lamento decirte que estas equivocado, no soy quien crees —me despido.
Hemos llegado a una esquina, doy la vuelta y sigo caminando sin importar a donde voy, son importar que él me sigue llamando.
No involucraré a nadie más en mi vida, si de rodas formas se terminaran marchando.
Diana Sandoval.
Otro capitulo más! Wiiii 👏👏dejen sus comentarios y su hermosa estrellita✨⭐ así me ayudan a saber que mejorar 😊.
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Delusion
FantasyMargareth, tiene dieciséis años y esta tratando de descifrar él misterio de Natalia. Un día encuentra accidentalmente una foto que para ella y su mejor amiga Anna, es la mas bonita que antes hubieran visto. A partir de entonces una gran curiosidad...