3. Es Natalia

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—Margareth ¿Qué haces aquí? —pregunto tía Itzel.

—Traje  algo que es tuyo—dije—. Ah y ella es Anna

—¿La del helado que robaste de pequeña?

Asentí, ambas empezamos a reír recordando ese momento tan gracioso. Entramos a la casa y caminamos hasta llegar a la sala de estar. Era un lugar demasiado fresco, sentí la necesidad de ponerme él suéter que cargue conmigo pero no quería que Anna se quedara pasando frío, sacudí de mi cabeza la idea del frío y empezamos una platica casual mientras nos servíamos un poco de café.

—Tia ¿me enseñas una foto de tu adolescencia? —exclame.

—Claro —sonrió y se levantó a buscar en uno de los cajones del mueble frente a nosotras.

Era una casa muy ordenada, las alfombras hacían juego con las cortinas y todos los muebles se veían impecables. No sabia él secreto, ahí mismo vivían tres niños y todo estaba intacto y sin pintar o romper. El techo era alto y las paredes demasiado gruesas.
Cuando mire a Anna note que ella también observaba todos los detalles del lugar, con la misma sonrisa de siempre.

Entonces regreso tía Itzel y nos mostró sus fotos. Algunas donde se veía hermosa con vestidos largos y relajados en medio de la calle o en senderos en medio de arboles pero ninguna tenia él mismo fondo que la foto guardada en él libro dentro de mi mochila. Si que era verdad que se parecía pero no era ella. Sus ojos eran del mismo color pero con las pestañas lacias y cortas, él cabello siempre lo llevaba hasta los hombros y sus labios eran mas gruesos y pálidos.
"Y bien, que venías a dejarme" pregunto.

Le mostré la foto y palideció.
—¡Quien te la ha dado! —levanto la voz frustrada

Me sorprendió su cambio de humor, le explique como la foto había llegado a mis manos y como llegue hasta ahí para entregársela creyendo que era ella.

—No soy yo, ya lo habrás notado. Es Natalia —declaro ya con mas calma—, Mi hermana mayor.

—No la conoces, ella no esta aquí. Se fue cuando yo tenia diez años y tu papá Antonio tenia catorce. Jamas volví a verla, no dio razones por las que se iba, solo un día cuando estaba por cumplir diecisiete años escapo de la casa para fugarse.

—¿Sabes con quien se fue? —pregunte sin intensión de molestarla aún más.

—No, solo sabemos que nos abandonó y después de unos años en su espera supimos que ella no quería regresar, así que decidimos olvidarla y seguir con nuestra vida. Veinte años después apareces tu, con esos cabellos castaños y despeinados, con él uniforme de tu escuela y con tu mejor amiga que parece venir de un campamento, a tocar mi puerta y hacerme recordar ese pasado que creí olvidado.

No sabia como responder, solo espere a que terminara.

—Magy, no le diré nada a tus padres siempre y cuando tu olvides también esto. Quedate con la fotografía pero no hables de esto con nadie, en especial con tu abuela.

Asentí, no podía decirle que a la primera que visite fue a la única que no debía. Después de la plática salio para recoger a mis primos en la escuela.

Después de irse, Anna y yo nos quedamos solas. Ella no paraba de repetirme que debía buscar pistas como si esto fuera un trabajo de detective, la ignore.
No busque nada, solo mire con atención todo él lugar, me parecía muy hermoso.

Después de veinte minutos llegaron las gemelas camila y karime caminando con sus pequeñas mochilas en la espalda, mientas que tía cargaba al pequeño Alejandro de cinco años.

Las niñas corrieron a abrazarme y aunque no conocían a Anna también recibió abrazos de ellas. Se parecían mucho a su madre, sus cabellos eran castaños y sus pestañas un poco mas largas, pero sobre todo tenían él mismo porte de educación y formalismo. Seguramente su escuela era muy estricta o quizá también lo eran sus papás. No indage mucho. Tomamos un poco de agua y salimos de la casa, de nuevo a la capital.

—Margareth, yo se que todo esto parece una locura pero deberías seguir intentando, se que quieres saber que sucedió —sugirió, mientras me abrazaba.

—No me importa mucho, solo que creí que... Bueno, me quedare la foto como recuerdo —hable con voz tenue.

Anna me miro con los ojos demasiado abiertos, me soltó de repente y se detuvo de golpe detrás de mi.

—¿de verdad no tienes curiosidad? Yo quiero saber con quien escapo y porque lo hizo.

La mire expectante, como podía decir eso. En primer lugar a ella no le debía importar, en segundo lugar todo esto si era una locura. Se lo dije, mientras le ofrecía la foto para que fuera ella quien investigara.
Me la arrebato de la mano y siguió caminando. Su rostro estaba fruncido, y sus ojos miraban hacia abajo.
En todo el camino de regreso no me dirigió la palabra.
Bajamos frente al zócalo para caminar cada quien hasta su casa. El clima de neblina se había ido, de nuevo él sol reluciente nos derretía.

—Liz —susurré antes de que siguiera caminando. Pero no se dio la vuelta solo se detuvo a escuchar—... Anna Lizeth voltea y mirame —dije esta vez con mas voz.

Se giro y me ofreció la fotografía, luego simplemente se marchó dejandome con la culpa recorriendo mis venas.
Seguía dándome tantas lecciones, aun después de diez años.

Corrí tras de ella, dejando él orgullo de lado. Eso deberíamos hacer siempre, olvidarnos de tonterías y resolver las cosas. La abracé tan fuerte como pude, le pedí disculpas.

—Si quieres no sigas averiguando, es una locura, lo se. Pero era emocionante creerlo —declaro.

Tenia razón. Era emocionante, pero solo seria un juego de niñas.

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