Uno

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Vida se encontraba en casa de amor, pidiendo consejos y haciendo uno que otro berrinche dramático como hacemos aveces, amor de vez en cuando se reía por la conducta del joven estrella. A un lado algo distanciados se encontraba uno de los sirvientes de vida y uno de los de amor, parados, quietos en la misma posición mirándolos, la ave albina ladeaba la cabeza de vez en cuando moviendo un poco las alas, podía pensar claro, como los demás, pero si trabajo era estar quieto y obedecer eso le tenía bastante claro así que no protestaba no nada por el estilo. Una hora, quizás dos pasaron en aquel bello jardín lleno de risas hasta que el encapuchado levanto la vista junto con vida al sentir una presencia que no era la de amor. Era de muerte y se acercaba.

Oh! Pensé que jamás vendría!- dijo amor con una gran sonrisa abarcando su rostro

El?! Va a venir?! - contestó el oji esmeralda sorprendió y con un leve rubor

Lo invite para ayudarte a acercarte a el, no metas la pata - musitó la pequeña diosa mirando con una mirada algo sería a vida el cual suspiro de manera bastante pesada y asintió con la cabeza cruzándose de brazos. Después de ese silencio llegó el dios más alto de ojos ámbar

Amor llegue! Para que me habías- ...- de callo al ver a los dos, no esperaba encontrarse a vida, junto al joven de piel pálida se encontraba su sirviente, una figura con la cara de una calavera con sombrero y traje el cual miro a los dos dioses y después miro a los sirvientes
El ave encapuchada se fijo en el sirviente del dios de la muerte y el cual hizo lo mismo. Ahora se encontraban cruzado miradas pero ninguna palabra salía de ellos

Ven muerte acompáñanos! -la más pequeña ofreció una silla al más alto y este accedió, sentándose. El sirviente se quedó parado al lado del ave mirando a los dioses, quieto como estatua. Pero el encapuchado de vez en cuando desviaba su mirada hacia la de el. Algo le atraía, no sabe específicamente que. Por otro lado, el sirviente que vestía de negro se percataba de las constantes miradas del encapuchado, cuando el alado lo volvió a mirar este hizo lo mismo. El alivio esponjo un poco sus alas sorprendió de la acción del contrario y rápido regreso su mirada a los dioses, la vergüenza lo invadía por dentro mientras que su contrario lo seguía mirando, se reía internamente por lo sucedió, para el se veía tienes a acción del alvino. Después de unas horas los dioses se disponían a regresar a su casa, vida con toda la pena del mundo se despidió de muerde y el más alto también se despidió. Los dos sirvientes se miraron fijamente, el Ave bajo un poco la cabeza para despedirse y se fue detrás de vida mientras que el
Otro se iba con muerte. Ya en la casa del dios de la vida él ave junto con sus compañero se quedaba pensando en aquel alto sirviente, no podía quitárselo de la mente, de el salió un suspiro y desapareció junto con su compañero pues ahora vida no requería de ellos.

Sirvientes ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora