Dos

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Ya era medio día, vida se encontraba en los hospitales, velando por los enfermos pidiendo no les pasase nada. No muy lejos de ahí estaba el parque, ahí se encontraba él ave encapuchada esperando a que algo pasase para ir a ayudar a su amo, por mientras se relajaba, acostado en una pequeña colina, no se preocupada pues nadie podía verlo. Al alzar la vista se percató de algo, no muy lejos de ahí había un enorme árbol y debajo de él se encontraba el dios de la muerte acompañado por su sirviente, el más alto no pretendía quedarse parado a esperar que alguien muriera, si algo pasaba solo se transportaba a dicho lugar y ya. Él ave miro con detenimiento a la figura negra que usaba sombrero parecía que estaba descansando pues el sombrero le tapaba la cara pero claro no pasó  desapercibido de su contrario que levantó la vista mirándolo directo,
El encapuchado rápidamente agarró su capucha y se tapo por completo la cara para evítar la mirada del otro, no
Fue una idea muy lista pero a prisas no se piensa bien.  Se quedó así unos segundos para después poco a poco levantarse la capucha pero se llevó con una enorme sorpresa, figura con sombrero se encontraba arrodillado frente a él, mirado con la cabeza inclinada hacia un lado, el ave albina se quedó congelado, no sabia que decir o hacer para excusarse mientras que el otro formalmente se presentó como el sirviente de la muerte ofreciéndole su mano como saludo. El encapuchado soltó un suspiro y se presentó como el sirviente de la vida y lentamente le estrechó la mano al contrario, empezaron a platicar de sus trabajos y de vez en cuando hablar sobre sus amos, con él ave solo era ver cuando vida se enojaba y hacia uno de sus berrinches, una vez de enojo tanto que destrozo una de las sillas de amor. El contrario se rió un poco al imaginarlo, pues con el era diferente, él tenía que consolar a muerto cuando este se agarraba llorando como nena que aveces era misión imposible. Ambos se rieron un poco cruzando miradas,
En una de  esas se quedaron viendo un corto tiempo hasta que muerte se empezó a retirar a su casa. El sirviente de traje negro miro nuevamente al ave y se despidió diciéndole que esperaba volverlo a ver y empezó a caminar

Por otra parte él ave estaba algo sorprendido por aquello le dijo antes que este desapareciera de si vista

- estaré aquí mañana!... - el contrario giro su cabeza y contesto - bueno...entones hasta mañana ..-tenía una voz tranquila lo cual provocaba un escalofrío entre las alas del encapuchado, volvería a ver mañana a su nuevo amigo. Eso le ponía algo feliz . 

Sirvientes ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora