Memorias 2 RL (Final)

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Capítulo 3: El corazón de la estrella


Por el camino marcado de polvo estelar las figuras de los guardias se perdían en la oscura extensión de la bóveda estelar llevando consigo a una chica que a paso lento caminaba cabizbaja, las cuerdas enrolladas alrededor de su cintura sosteniendo sus brazos la lastimaban, pero de sus labios no salió ni una sola queja pese al dolor que atormentaba su cuerpo.

Más que su destino, su única preocupación era el dueño de su corazón, aquel que sin saberlo era la causa de que ella tuviera una existencia vacía... Rin sabía que lo más probable era que en esos momentos Len no recordara ni siquiera su nombre y eso estaba bien ya que de esa forma no se preocuparía por ella ni la extrañaría ahora que no estuviera a su lado, pero en su interior desbordaba el deseo egoísta de que él la recordara porque no quería que su existencia se desvaneciera como la espuma de las olas del mar o los susurros que el viento se lleva.

La joven de orbes zafiro estaba consciente de que Len era quien había heredado el corazón que debiera pertenecerle y ante su juicio esa era la razón por la que se sentía tan cómoda y cálida a su lado. Gracias a él pudo experimentar una variedad de emociones que antes no podía interpretar. Con Len no necesito fingir para sentir que por fin encajaba en un lugar, en la bóveda celeste era diferente.

Las otras estrellas la ignoraban y hablaban de ella despectivamente por no tener corazón ni recuerdos y al principio fue algo que no le importaba ya que no sentía nada. La diosa de la luna se acercó a ella para guiarla y darle un poco de luz a su vida, Rin comenzó a comprender las cosas a su alrededor y el motivo por el cual sentía un enorme vacío en su interior.

Entonces ignorando su propio mundo, comenzó a sentirse atraída por el mundo humano. Había en este tantas cosas que no conocía y la intrigaban, la curiosidad llegó a ser tanta que observó desde su puesto en el manto estelar cada rincón de la tierra. Ese mundo tenia vastos y hermosos paisajes, manantiales, montañas playas y lagos muy diferentes a los que poseía la bóveda celeste, sus ojos divisaron muchas escenas incomprensibles que sucedían entre los humanos, pero aun así ella continuaba observando casi como si estuviera buscando algo.

Sin saber porque, sentía que alguien la estaba llamando, una voz resonaba en su interior y el deseo de llegar a ella fue creciendo con el paso del tiempo y cada noche buscaba con más ahínco el lugar de donde provenía esa voz, pero de algo estaba segura, se trataba de un niño, alguien que al parecer necesitaba su ayuda.

Cuando finalmente dio con el responsable de su inquietud, casi como si supiera de su existencia ese pequeño niño rubio levantó la vista al cielo y por primera vez lo escuchó con claridad dirigiéndose hacia ella.

—"Me pregunto si realmente puedes entenderme"—fue lo que él dijo y sonrió con tristeza luego de darse cuenta de lo tonto que sonaba hacerle esa pregunta a un ser inanimado—"Por supuesto que no, pero... tal vez tú seas la estrella que me dará felicidad".

Desde ese momento la conexión entre ambos se había establecido y a pesar de que Len lo ignoraba, el sentimiento de paz que la estrella le transmitía lo hizo confiarle sus problemas. Aun en sus momentos más difíciles mirar el cielo y encontrar su estrella era lo único que le hacía pensar que tarde o temprano todo iba a mejorar.

Rin por su parte comenzó a sentir cosas cuando lo veía, sentimientos y emociones que antes no podía expresar, algo que Luka denomino como empatía ya que solo se manifestaban con ese niño y para las demás cosas tenía que fingir que podía sonreír con sinceridad.

La diosa de la luna sabía que debía sacarle a Rin su emoción sobre la tierra y su fascinación por ese niño, pero era demasiado tarde para pensar en intentarlo, ella no podía interferir con el destino que les aguardaba a esos 2 y sabiendo el futuro trágico en que todo terminaría, decidió el poder ayudar a la pequeña estrella bajo su tutela.

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