Bronco es un vaquero de 35 años que hizo fortuna como un gambusino(buscador de oro).
Después de perder a toda su familia en su país de origen se encuentra solo en el lejano oeste. Tiene dinero a manos llenas, y un gran porvenir. Ahora el despampanan...
Luego de lo ocurrido sobre la mesa, después de cenar. Bronco me dio tiempo para subir al cuarto tal y como le pedí para tener la oportunidad de limpiarme, dándome un baño.
Mientras continuaba en la cocina a su lado, debido a su mirada abrazadora me cubrí los senos desnudos con mi blusa aunque me dijo que estaba seductora justo así como estaba, media desnuda. Con una encantadora expresión satisfecha, con las mejillas rojas, sudada, con la piel hermosa que dice que tengo, enrojecida debido al extenuante ejercicio de hacer el amor.
Le encanta como luzco empapada de su esencia masculina, por dentro y por fuera.
Sintiéndome seducida y confiada conmigo misma, y con mi femineidad debido a sus palabras, aún así quería meterme a la cama limpia, con aroma a limpio. Así que me bañe con un paño mojado cubierto de jabón dentro de la tina con patas, utilizando agua fría ya que quería apagar un poco el calor y la agitación que él me produce.
Mi noche de bodas atrasada esta comenzando con muy buen pie. Y la certeza de que estamos solos Bronco y yo en el rancho hace que mi estado de agitación y de emoción sea mayor.
Según sus palabras incitadoras, desea hacer mucho ruido en el catre metálico dónde duermo, mientras me cabalga con pasión y descontrol.
Esa imagen que él me dibujo es mas que obscena, pero como me apetece cumplirla a cabalidad. Me abrazo a mi misma animada, sin poder creer que sea yo la mujer que tiene la suerte de tener a semejante hombre dentro y fuera de mi cama.
Salgo de la tina. Me seco el cabello y el cuerpo con una toalla, para luego cubrir mi desnudez con un camisón blanco de algodón holgado, con mangas que cubre hasta mis pies. Para mi alivio él aún no esta en el cuarto, así que rápidamente me meto en mi cama. Me cubro con el edredón hasta la nariz. Me escondo de él risueña y avergonzada.
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Cuando él llega a la habitación, noto que continua con el torso desnudo. La camisa la trae sujeta en la mano derecha. Cierra la puerta detrás suyo.
El clava la mirada en mi, se mantiene mirándome divertido por estar escondida debajo de la ropa de cama, pero luego se muestra serio y perverso. Camina al lado opuesto de mi cama a paso calmo, luego lanza la camisa sobre su cama, se sienta en ella y se saca las botas. Luego se pone de pie cruzando miradas conmigo mientras se desabrocha el pantalón y se lo quita quedando majestuosamente desnudo. Devoro su desnudez con la mirada afiebrada, con la respiración agitada, y la boca seca.
Mi cuerpo se prepara para lo que vendrá. Me siento húmeda entre las piernas, hambrienta de pasión, sedienta por saborear esa piel bronceada por el sol. Deseo sentir con las manos el modo tan incitante con el que se mueven sus músculos.
Me muevo hacia mi derecha para darle un lugar en mi cama abriendo el edredón. El sube lentamente, y la cama se hunde bajo su peso, chirriando. Ese sonido metálico agudo hace que sus ojos se oscurezcan de deseo, y de lujuria. Se me acerca sin prisa, diciéndome con la mirada que se pondrá encima de mi.
