El psicólogo
D.O reprimió el gemido lo mejor que pudo cuando Kai entró en él, sin preparación, sin lubricación. Dolía, sí que dolía, pero más le gustaba.
Notó los hombros, a los que se aferraba con fuerza, temblar. Las gafas que cubrían sus ojos desaparecieron, yendo a caer al suelo.
-¿Niñato, estás bien? –preguntó el escritor en un susurro. Podía haber enloquecido, pero seguía consciente que estaban en el portal de su edificio, y que solo una fina puerta les separaba del resto del mundo, porque allí solo estaban ellos dos: su niñato y él.
-Sí, estoy bien –al menor le enterneció que el escritor se preocupara por él, cuando era él quien había sido penetrado sin cuidado. Los temblores de su cuerpo eran provocados por el placer tan intenso y repentino que había sentido al hundirse en aquel hombre, aquel hombre que adoraba, aquel hombre que amaba. Un llanto de felicidad se había enredado en su garganta y luchaba por salir, sentía los ojos húmedos. Como le había extrañado, nadie lo sabía, solo él.
-Chsss, niñato, chsss –el mayor entendió lo que sucedía. Lo entendió porque él sentía exactamente lo mismo. ¿De verdad se había enamorado de ese niño en tan poco tiempo? ¿De ese niño dulce? ¿De ese niño tierno? ¿De ese chico dominante? ¿De ese chico atento? Sí, definitivamente se había enamorado. Estaba metido hasta el cuello con él y, en aquel momento, solo deseaba que le hiciera el amor, como había pedido.
Abrazándose al cuello de Kai, el pelirrojo comenzó a rodar sus labios por su cara, con delicadeza, sin llegar a depositar ningún beso.
-Muévete cuando quieras, niñato –le susurró a la altura de su mejilla izquierda. Sintió como el menor apretaba con fuerza las manos, estrujando sus nalgas, separándolas. Una embestida seca y dura hizo temblar todo el cuerpo del escritor, que solo pudo afianzarse más en aquel cuello y tragarse su propio gemido. Siguió con sus labios, moviéndolos por las suaves mejillas de su niñato. Éste comenzó a moverse, imponiendo un ritmo para el que el trasero de D.O aún no se veía preparado, pero él no se quejaba y seguía tratando de mantener sus gemidos bajo control, suspirando y jadeando, mientras sus ojos se aguaban y el escozor que le recorría la espada luchaba con el placer de sentir a Kai en su interior.
D.O le dio un beso en la punta de la nariz y sonrió. Subió sus labios hasta los ojos del otro, quien tuvo que cerrarlos para que el escritor pudiera besar sus párpados. La opresión que el mayor comenzó a sentir en el pecho, solo se igualaba con el placer que su niñato le estaba haciendo sentir. El niño no solo se dedicaba a metérsela, se movía entre sus muslos, cambiando la dirección de sus embestidas y la profundidad de éstas hasta que...
-Anhmg...Dios...niñato –los muslos de D.O estrangularon las caderas del otro a la vez que gemía aquello roto de placer.
-¿Es ahí, cariño? ¿Ahí? –volvió a meterla en la misma dirección, solo para obtener otro quebrado gemido de su amante.
-Sí, niñato...ahí, ahí –le confirmó el mayor.
D.O volvió a su tarea, sabiendo que así solo se hacía más daño, pero lo necesitaba, necesitaba conocer los rasgos de su niñato, conocerle a la perfección, tener sus facciones grabadas a fuego en su memoria, ya que su retina no le permitía ese lujo. Con una de sus manos acarició la nuca del chico, conociendo así como de largo tenía el cabello, sus labios besaron con aprehensión cada centímetro de piel de aquel hermoso rostro. Cuando bajó al cuello, el nudo en su garganta era igual de grande que el que sentía en su pecho. Necesito verte, JongIn, gemía en su mente.
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Amor Ciego / Blind Love
FanfictionUn hombre ciego, grosero y amargado... Quien por cosas del destino es tirado al suelo por un niñato que se empeñara en pegarse a su lado y que pondrá su mundo de revés, permitiéndole revivir emociones y deseos que se había resignado a no experiment...