Juré que sentías lo mismo por mí.
Agarraste mis manos por encima de la mesa y enredamos nuestros dedos.
Conectamos otra vez, y no faltaban palabras que valgan, pues nuestras miradas nos delataban.
Mi corazón daba brincos y brincos, trataba de no parecer un tonto enamorado, pero me era imposible ello.
Estaba malditamente enamorado y sabía que no habría vuelta atrás.
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Cartas al Olvido
Short StoryDime amor, ¿donde estás que no te encuentro? Todos los derechos reservados ©