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—¡Me vaz explicando que es lo que pasó con Gerardo pero a la de ya!

Eran las 12 de la noche y ya se encontraban acostadas en la recámara de Jimena, esta vez se habían quedado en su casa, lo decidieron para no tener que ir a dejar a su hermana y prima y regresar, las dos tenían ropa en las dos casas así que no era problema.

—¿Que quieres que te explique? —Jimena se encontraba con los ojos cerrados y es que de verdad se sentía cansada.

Su amiga no podía asimilar lo que había pasado ya que Gerardo se les unió al grupo por la tarde.

Después de la charla que tuvieron él y Jimena, ésta se mostró mucho más accesible, le presentó a Vania y Fernanda y demás amigas que ahí se encontraban, algunas se lo comían con los ojos otras más solo se mantenían al margen ya que gracias a la actitud de él, muchas le preguntaban si salían o estaban juntos, parecían amigos de tiempo, reían, comían, de echo él jugo unas cuantas carreras y ella fue su copiloto, a Jesús le agrado eso ya que sentía mas ligero el ambiente y aunque se estaba comportando de diferente manera sabía que su enana era firme, además la raya que había puesto, era visible.

Sandra quedo atónita pero siguió la corriente a su amiga, era obvio que por algo hacía eso, solo que el no saberlo no le agradaba mucho.

—No seas así Ena dime ya, esto me consume —exageraba sus gestos como si estuviera en alguna novela.

Jimena a grandes rasgos le contó el trato que hizo con él y su amiga la miró un poco extrañada pero divertida.

—Que te diré, me alegra que hayas roto el hielo con él para así poder entenderlo, pero es que siento que a él le gustas y...

—No digas tonterías San —Jimena abrió los ojos de par en par gracias a lo dicho por su amiga—, no le gusto, él tiene compromiso así que si así fuera obvio jamas le haría caso y me alejaría de él como debe de ser.

—Nunca digas nunca, sabiendo separar las cosas todo podría salir bien —Sandra le guiñó un ojo riendo traviesa.

—No puede ser que me hables así Sandra Félix, es inaudito —rieron a carcajada suelta—. Pero ya de verdad te digo, no creo que pase nada, es más no se siquiera si nuestra amistad se dé en verdad, así que..

—Ay ajá, si hoy fue más que suficiente para saber que así será, no quieras engañarte Ena.

Las palabras de su amiga la detuvieron a pensar y es que en cierta manera eso era verdad, hoy que se dejó llevar todo fue súper bien con él, congeniaban en todo, jugaban, reían y la verdad que a ella le gustó el trato que se dio.

—Pues que pase lo que tenga que pasar, ¿no?

—¡Eso! —su amiga le dio un codazo amistoso—, ya vas aprendiendo mi Jimena, tu deja que todo fluya y que nada influya.

—La experta a hablado —las dos rieron.

—Claro y bien lo sabes —le guiñó un ojo.

Y es que en cierta manera eso era verdad, aunque su amiga no era de un récord grandísimo ella siempre tenía esa fuerza de voluntad para tomar ciertos retos y acabarlos cuando quisiera, como había pasado con su mejor amigo, así que tenía buena consejera.


*


Sintió su aroma cerca, sus ojos penetrándola y es que esa mirada la atrapaba, se acercaba a ella envolviéndola en un sentimiento nuevo que empezaba a experimentar. De pronto le sonrió de esa manera que le encantaba y cuando lo tuvo a pocos centímetros de su rostro él desapareció y le dio paso a la voz de su amiga que la llamaba a sus espaldas, al voltear todo se fue convirtiendo en una bruma liviana, dando a ver que el sueño estaba por terminar.

Destino Imposible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora