—¿Que piensas hacer?Sandra la sacó de su ensimismamiento en el que tenía mucho tiempo, su amiga se había encargado de hacer la comida por que ella ya no pudo sentrarse en ello, mas que en el hecho de que Gerardo ya había sobrepasado los límites, pero ¿que seguía?.
—No quiero enterarlo de que sé esto —dijo decidida, y su amiga se sorprendió.
—¿Enserio?, quiero que estés completamente segura Ena, no quiero que te sientas insegura y que la ansiedad vuelva..
—No será así.
Sandra la observó, se veía decidida, algo había pasado con su amiga pero no era tiempo de saberlo, era terca y correcta al llevar a cabo sus acciones, así que pronto sabría que pasaba por esa mente tan única.
Jimena levantó la cabeza al oír como las dos adolecentes entraban a casa, ella y Sandra se encontraban en un sillón de la sala, su amiga la vio ansiosa a lo que ella solo le regalo un asentamiento, iba a ser directa y sin hacer mucho escándalo, aclarar todo de la mejor manera para que las chicas supieran la gravedad del asunto, aquel que de seguro gracias a su edad lo miraban más como una aventura que como lo que realmente era, más para ella por la situación que hace años la había atormentado tan tremendamente.
*
Eran las 6 de la tarde y charlaban ya más tranquilas esperando la llegada de su mamá, después de la plática que había tenido con las chicas habían quedado claros los puntos que tenían que evitar con Gerardo. Las chicas le narraron tal cual había sucedido el contacto que tuvo con ellas el hombre que la tenía tan alerta. Obviamente les llamó la atención, hubo seriedad mientras ella les daba el regaño que tenían que tener, puede sonar exagerado pero el asunto es que no deben de ser tan abiertas a dar información con gente que no conocen al cien por ciento.
Entendieron el punto y un poco cabizbajas comieron y subieron a hacer sus tareas pendientes, para al rato ya de mejor humor volver a unírseles y comer postre mientras se llegaba la tarde.
Al llegar su mamá se habló del tema de nuevo, hubo la plática que tenía que haber, aún con más seriedad por que con esa mujer no jugaban y las acciones tuvieron consecuencias, días sin salir y solo pendientes de escuela, la cosa era así y Jimena no podía ayudar en esa cuestión, solo hasta que se apaciguara un poco el humor de su mamá, lo intentaría.
Sandra se quedó con ella esa noche, después de cenar todas subieron a sus recamaras, su mamá se fue a dormir más tranquila y ella agradeció por eso.
—Ena.. ¿Me dirás que harás? —a Sandra en verdad le inquietaba la tranquilidad de su amiga, cuando pasaba eso era por que algo grande estaba tramando.
—Por supuesto San, lo sabes, solo que te darás cuenta en la primera oportunidad.
Se hallaban retocandose sus uñas sobre el gran colchón de la cama cuando el celular de Jimena las sacó de su trance.
—¿Quién es? —Sandra se apresuró en decirle a Jimena, quien igual de prisa miro el nombre que aparecía en la pantalla.
—Es.. Gerardo.
El nerviosismo que se apoderaba en su estómago no le gustaba, no quería sentir eso ya que no era miedo más bien.. Un nervio de esos que te dan al ver a aquella persona.. Especial.
—¡No le contestes! Es un mal.. —Sandra quedó muda al ver a su amiga deslizar su dedo por la pantalla de aquel teléfono móvil para atender la llamada.
—¿Bueno? —a pesar de todo, sumándole la mirada asesina de su amiga, su voz salió firme, casual, como ella quería.
—Hola buenas noches —esa voz.. Esa voz ronca que tanto le atraía.
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Destino Imposible ©
Romance°Ella, un ser sociable y amigable, su belleza pero sobre todo su carácter hacía que se diera a notar donde estuviera. °Él, alguien reservado, enigmático y con esto, atractivo, todo él era misterio puro. Él hilo rojo es invisible, pero lo que se sien...