Se despertó más tarde de lo habitual, y es que esa noche en especial había tenido todo un revuelo de sueños y en todos aparecía él. Eso solo ocasionó que pasara una noche con sobresaltos y un poco inquieta, en verdad le asustaba que apareciera en su mente tan seguido, no estaba bien que tuviera esa atención en su cabeza.Decidió darse una ducha gracias a ello y pasadas las 11 de la mañana bajó a la cocina con la encomienda de hacerse algún refrigerio mientras preparaba la comida y poder soportar hasta que estuviera. Pensó en cocinar lasaña, le encantaba y estaría perfecto para la hora de la llegada de su mamá. Revisó en la alacena y le hacían falta un par de ingredientes así que decidió ir al supermercado por ellos.
Pese al clima caluroso de la ciudad, ese día había amanecido algo nublado y corría un viento fresco digno de disfrutar, no eran sus días más preferidos, todo lo contrario, pero gracias a que el calor se había ido festejó el hecho bajando los vidrios de su camioneta mientras manejaba para hacer las compras. Sin pensarlo se adentro en el tráfico y con su música a todo volumen cantando sin parar, un semáforo le tocó en rojo así que hizo el alto adecuado, el estruendo tan grande que llevaba hacía a los conductores vecinos voltear a observar, algunos reían cuando la miraban cantando tan despreocupadamente y otro solo hacían cara de disgusto, Jimena era ajena a todo eso, hasta que un claxon la sacó de sí en otro alto que hizo, volteó y se arrepintió al instante.
Gerardo la observaba divertido y la saludo agitando su mano con una sonrisa ancha que le robó el aliento, sintió como el rubor inundaba sus pómulos y se giró rápidamente, prendiendo el aire acondicionado y subiendo los cristales para sentirse segura de no ser vista. El semáforo cambió y se dirigió rápido al estacionamiento del supermercado. Al bajarse de la camioneta observó el lugar con miedo que estuviera presente pero se dio cuenta que le estaba dando una paranoia así que decidió hablarle a su amiga para calmarse un poco mientras se adentraba a aquella tienda.
—¡Hasta que te dignas en hablarme! —oyó a Sandra un poco molesta, y es que cayó en cuenta que no había visto su celular en toda la mañana, podría tener pendientes mensajes de ella.
—¿Pasa algo San?
—¡Pues claro que pasa! Ya mire que no has leído mi WhatsApp, ¿qué es lo que andas haciendo?
—Me levanté un poco tarde y vine a la plaza por algunas cosas que me faltan para hacer lasaña, de hecho te iba a invitar, pero es que como venía de prisa y directo no revisé mi celular.
—Si creeme que me di cuenta. Te tengo que decir algo ¡a la de ya! ¿Dónde estás?
—¿Qué pasá?, hablaba para contarte algo que me pasó de camino acá por que me dejó inquieta y tu me estas poniendo más histérica.
Ya empujaba el carrito donde ya estaba echando las compras y se detuvo en el área de enlatados para adquirir lo último que ocupaba y poder hablar con su amiga sin que la gente la mirara raro por la algarabía que armaba, igual estaba acostumbrada a ello pero por lo inquieta que se encontraba tenía menos paciencia con eso.
—Solo dime donde estás y yo te alcanzo allí.
—¡Me pones de nervios!, vete directo a casa que ya acabe aquí, pago y te alcanzo allá.
—Me parece perfecto, enseguida te veo. —colgó.
Se apresuró a las cajas y dio gracias de que no estuvieran tan saturadas y que pudo pagar rápido.
Salió del establecimiento y subió las pocas bolsas de sus compras en la parte trasera de la camioneta, enseguida salto ella adentro y emprendió los 15 minutos que le llevaba llegar a su casa.
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Destino Imposible ©
Romansa°Ella, un ser sociable y amigable, su belleza pero sobre todo su carácter hacía que se diera a notar donde estuviera. °Él, alguien reservado, enigmático y con esto, atractivo, todo él era misterio puro. Él hilo rojo es invisible, pero lo que se sien...