Tengo la costumbre de darle a quien se acerque, cada pieza de mi corazón para que lo rompa. Aunque esté roto, indefenso e incluso aunque esté en las mejores condiciones después de haberlo recuperado de esos tiempos en los que otro lo tuvo, para también romperlo en pedazos.
El problema es cuando empiezo a amar a esa persona o empieza importarme cada acción que realize. Porque realmente importa si esa acción va contra mí, si va contra mi corazón. Que aunque mil veces me gritó que no lo haga, lo entregué aún así, roto, a tí.
Mis alas, también rotas, imploran que no corte sus plumas para darselas a usted.
Sabe lo mucho que me importa. Si quiere volar. Usted sabe que mis alas necesitará. Y con ceguera se las daré sin balbusear. Sin mi sangre importar y sin mi alma poder salvar.
Quiero mis sentimientos de vuelta. Pero me dirán que nadie me los pidió, eso será verdad.
Nadie me devolverá las noches que me desbelé por pensar en como arriesgarme por tí. Tampoco pensarán en mí al encontrar un remedio para corazones sanar. Creen que no lo necesito y soy quien más lo hace. Porque fui quien se ofreció como piedra para tirar contra los muros. Pero sinceramente, nadie se quedó a ver como se caían los pedazos que de mí salían.
Nadie me pidió ser la puedra, yo me ofrecí. Siempre supe como ser rota y desechada. Siempre estaba cuando alguien me necesitaba.
Yo, quien creían de piedra. Ahora soy polvo. Y necesitaré mil años para encontrarme. Para encontrar cada partícula de polvo que caía cuando me tiraban sin saber que pasaría, y sin quedarse para descubrirlo.
También puedo darte mis venas. Ya ni siquiera corre sangre.
También puedo darte mi voz. Porque la gasté gritando, cuanto te amaba. Y aún así no me escuchaste.
No sirve nada de mí. No tengo nada por lo que seguir. ¿Ahora que más queda de mí? Solo quedas tú. Que lo tienes todo. Soy una más en tu colección. No me considero un trofeo. Pero te dí pedazos y los usaste para así sanar. Ahora te ves más fuerte. Pero nadie tira de tí. Porque no quieren ver como se destruye algo tan hermoso, como tu rostro. Y la fuerza que muestras gracias a mí.
Debajo escondes muy poco polvo de lo que imaginan. Solo eres un montón de mentiras. Y te quise aún así.
Ten mi sangre. Bebe de ella. Come mi carne. Besa mi cuerpo, cuando quieras. Aunque solo sea por diversión o despecho por algún día gris. Arrasa con mis labios y hazme sentir así, como si tuviera la fuerza suficiente para sonreír.