No te lo digo seguido ultimamente, no sé porqué, pero no lo hago.
La cuestión es que te amo, te amo demasiado como para escribirte un texto. Porque realmente tú eres mi vida. Eres todo lo que me importa tener y todo lo que odiaría perder.
Siempre se me hace una sonrisa al estar cerca tuyo. Porque un amor como el nuestro no se iguala a nada. Un amor como el que te tengo, no lo sentí por nadie y creo nunca hacerlo.
Necesito tu hombro para llorar. Siempre lo necesité, nunca dejé de hacerlo. Aún así nunca lo pedí y jamás lo haría, debo ser fuerte y ya no es algo que decida ser.
Te necesito a tí, cada mañana al despertarme te necesito. Cada noche al acostarme, y pensar que me debo volver a levantar. Necesito tu beso en mi frente antes de irte al trabajo. Te necesito a tí. Más que a nadie en el mundo.
Me crucé en tu camino,
me convertí en tu destino,
hubiera preferido nunca haberlo sido porque al tener un amor tan profundo se vuelve un tanto oscuro.
Moriría si tú mueres
eso es seguro
llorar no podría si tú lo haces
porque he intentado ser fuerte
toda la vida
y al parecer muy bien me saldría.
Me criaste como alguien que no debía ser lastimada. Trataste de alejarme de todo peligro. Pero sabías que era imposible. Estoy expuesta a cualquier dolor. Ahora alguien más apareció en tu vida y crees que te puedes volver a enamorar. También yo traté de cuidarte. Alejarte del amor. Porque aunque lo sientas, no te salvas del desamor que viene seguido de éste. Te daré más dolor, soy conciente de eso, pero ahí va: Te daré mis lágrimas y acompañadas de ellas una confesión seguirá. No quisiera que te angusties por este regalo, pero es aquello que siento que me queda, aquello es lo último que me queda.
Nunca creí que una niña tuviera por delante un futuro tan porquería, no esperaba no poder verme al espejo; no esperaba nada de esto. Me siento detestable y tal vez es verdad, no importa lo que digan los demás, pero en ese momento era lo que más importaba porque era todo lo que conformaba mis días; aunque en ese momento no me odiaba, ahora lo hago, me odio porque no solo ellos me llaman monstruo, también yo lo hago. Eso me considero.
Nunca he podido decirte lo que siento y tal vez a veces se me olvida demostrarte que te amo pero para mí es mucho seguir avanzando y siento que esa es una gran demostración de cariño. Creo que si no te tuviera, en serio ya nada tendría sentido, aunque no quieras o puedas creerlo, no siento como si mi vida tenga sentido. No lo vale, mi vida eres tú, mis latidos son los tuyos, mi corazón solo respira porque el tuyo lo hace. Esa es la única razón por la que sigo aquí. Lamento que tengas que enterarte de todo esto. Pero eso querías, acepta la realidad, aceptala tal cual yo lo hice porque así es como tu hija se siente. Así me siento yo, todos los malditos días. Todo tiene un porqué, todo tiene una respuesta. El pensar que todos los que te miren pensarán que eres un asco, un mostruo, asusta. Asusta el hecho de que si te ves al espejo podrías no querer respirar nunca más, asusta. Por eso, no quiero salir más, desearía no hacerlo. Pero debo enfrentar ir a la escuela, ir creyendo que le pareces linda a las personas, o pensar que eres un perfecto asco, asusta salir para mí; elijo creer la primera de estas dos, elijo creer que te ven como una de esas chicas hermosas que ves en la pantalla de tu celular. Pero aparece un comentario o un reflejo, un chiste sobre tu cara o simplemente dicen de tu amiga que es la más linda y todos están detrás de ella. Y lo único que te queda es ver como se le acercan y pensar en el hecho de que todos los demás te miran como la perdedora, que no debería quererse a sí misma, y empiezas a hacerlo. Empiezas a no quererte a no amarte pero aún así amad a los otros como si tú no importaras. Amas a alguien más aunque no te quieras ni de la más mínima maneras a tí misma. Pero nadie me ha dicho que debía haberlo hecho yo primero, ahora ya me he perdido en los brazos de otro y lloro, desconsoladamente, lloro. Porque no me quiero pero a él lo adoro. Ahora se queda mirando como yo intento superlo, superar ese odio que siento e intentando apagar esa llama en la que me estoy quemando, la cual he prendido más y más con el pasar de los años.