Capítulo 13

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Eran cerca de las cuatro de la tarde, cuando Sumire fue a visitar a la castaña, esperando tener una instancia a solas para charlar acerca de lo que sucedía con el ambarino, no obstante no esperaba encontrarse con que Ryoma se encontraba comiendo junto a ella, luciendo la misma ropa del día anterior, lo que indicaba que había pasado la noche allí. Por un momento había creído que su relación no era tan sería como lo demostraba, pero viéndolo pasar la noche en el hospital con ella, y significaba que estaba equivocada.

Luego de saludar a Ryoma con su mirada escrutadora, se sentó junto a su nieta para preguntarle cómo se sentía. Si bien tenía más color que el día anterior, el médico les informó a ambos que debía permanecer una noche más en observación con el fin de descartar que existiera algún otro problema que pudiera afectarla a posteriori. Por lo tanto, si todo salía bien estaría dada de alta el día Lunes a medio día y podía retomar sus clases el día martes. Ante dichas palabras, Sumire anunció que pediría permiso en el Instituto para salir antes y llevar a la castaña de regreso a casa, lo que tranquilizó a Ryoma, ya que no podía salirse de clases antes de la hora señalada.

Cuando el horario de visitas llegó a su fin, Ryoma se vio en la obligación de abandonar el hospital, dado que según el protocolo no podía quedarse otra noche más en el hospital y no podía burlar las normas nuevamente. Por ello, una vez que Sumire les dio la privacidad correspondiente, Ryoma le dio un beso en la frente en forma de despedida a la chica de ojos carmesí, anunciándole que la vería pronto, logrando que sus mejillas se tiñeran de rojo ante tal cercanía, dudando de sus intenciones. No obstante, cuando divisó a su abuela mirando desde la puerta, comprendió el motivo por el que lo había hecho realmente, sin duda estaba dando las pruebas que había dicho que daría.

Al llegar a su casa, Ryoma sintió un escalofrío tras recordar que no había dado señales de vida en toda la noche, lo que significaba que estaba en verdaderos problemas. Luego de pensar en el modo de excusarse, cruzó la puerta con sigilo, esperando que su familia encontrará concentrada en la televisión, sin embargo una vez que la escalera sonó bajo sus pies, todos los integrantes de la familia salieron al pasillo a recibirlo.

—Al fin llegas, primo. —Gruñó Nanako esperando una explicación.

— ¿Dónde has estado? Muchacho. —Lo Interrogó su padre.

—Ryoma si no has comido, podemos discutir esto en el comedor. —Habló su madre preocupada. —Pero merecemos saber dónde estabas.

Ante las palabras de su madre, decidió acompañarlos al comedor, considerando que no había comido muy bien en el hospital y debía admitir que se moría de hambre. Una vez que se instaló en la pequeña mesa, todos se sentaron a su alrededor esperando que diera una respuesta a sus interrogantes, ya que no se irían sin una explicación.

— ¿Y bien? —Carraspeo Nanako.

—Estaba en el hospital.

— ¿Eh? ¿Pasaste la noche con la nieta de Sumire? —Lo miró maliciosamente Nanjiro. —Qué grande estás, hijo.

—No es lo que piensas, viejo. —Gruñó avergonzado, su padre siempre malinterpretaba todo.

—Aún así, si ibas a quedarte con Sakuno-chan lo mínimo que deberías haber hecho era llamar.

—Lo sé. —Lo trataban como un niño de ocho años. —Me quedé dormido, por eso no pude llamarlos.

—Está bien, creo en tus palabras. —Suspiró Nanako.

—Con respecto a esa chica. —Habló Rinko curiosa. — ¿Qué relación hay entre ustedes? ¿Están saliendo?

— ¿Cómo vas a creer eso? Mujer —Rió Nanjiro— Son sólo compañeros. Además Ryoma no tiene las agallas suficientes para salir con una chica, es imposible ¿verdad, muchacho? —Se burló.

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