Un amor entre dos villanos, con sed de venganza. Dos personas celosas de ese amor. El mundo en contra de ellos.
Los dos darían su vida por el otro.
Pero no olvides esto:
"Sin sacrificio, no hay victoria"
¿Podrán tener al fin sus finales felices?
¿...
Tal vez si me hayan dicho hace algunos años atrás que viviría en midgard me hubiese burlado de esa persona.
Me llamaba la atención midgard, pero no los midgardianos. Solo quería extinguir su raza.
No se como termine en unos aposentos midgardianos llamados "departamentos", donde las camas eran duras y las sabanas no eran de tela fina.
No tenia necesidad de salir, ni de trabajar para pagar. Un chasquido de dedos y podía aparecer cuanto dinero quería y cuanta comida quería. El poder de la magia.
Ese aparato midgardiano llamado televisor me entretenía un poco. Programas estúpidos, ridículos y vergonzosos. Otros eran buenos y entretenidos.
Pero ese día estaba más aburrido de lo normal.
Así que decidí divertirme un poco.
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Llegue a un lugar donde los Midgardianos compraban comida.
Así que lo primero que hice fue llegar sin llamar la atención.
Solo rompí algunas ventanas y le tome del cuello a una mujer que estaba usando un tipo de maquina extraña.
— Dame todo el dinero que tengas.—
Obviamente no lo necesitaba pero solo quería ver el miedo en los ojos de los humanos.
— Oye! no deberías de ir por ahí causando destrozos.— Volteé inmediatamente.
Mire a una chica con una arma en manos.
— Baja esa cosa midgardiana, no sabes con quien te estas metiendo.—
Ella solo disparo,así quiere jugar. Pues, juguemos!.
Creé un escudo mágico e hice clones de mi mismo, la chica pateo a unos de mis clones y desapareció. La golpee con mi puño, ella agarro mi brazo y lo doblo. Cuando pude salir de su agarre ella toco su oreja y hablo.
— Charles! tenemos a un mutante. Bueno, eso creo que es.—
¿Mutante?
La agarre por el cuello, ella solo me veía con miedo.
— Moira!— Grito un hombre calvo en una silla de ruedas. Con que la estúpida midgardiana se llamaba así, patético.
