Canon de Recuerdos II: Mi amado Des (Parte II)

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-Muévete Des, Por lo que mas quieres, muévete mi amado Des.

Las palabras salieron entrecortadas, y las manos del mas alto recorrieron las caderas del moreno buscando la posición mas comoda para establecerse. 

Penetró fuerte, una caricia dura a su interior, y comenzó a moverse tanto como el cuidado que merecía el cuerpo virgen del mayor, su boca fue directo a su cuello, marcando la carne tierna, con ganas de poseer, simple y blanco, deseando consumir enteramente al mayor y no dejar nada de él. 

Leo se sostuvo y dejó que su cuerpo se relajara, Dios sabía que había dolido, pero jamas se había sentido tan pleno como lo era ahora siendo dulcemente acunado por las manos de su amado. 

Pronto, el dolor fue reemplazado por el placer, se sintió cálido y la rigidez de su cuerpo desapareció con el primer gemido que escapó de su boca, una corriente de placer le atravesó en el ultimo estoque haciendo que sus piernas temblaran y su cuerpo perdiera fuerza. 
Des no se había perdido aquello, y bebió la vista enfermo de amor por aquel hombre que se había entregado a él por primera vez. 

- Leo... - Le susurró con tanto amor que sus palabras supieron a miel en los oídos de Leo, quién abrió los ojos ante el llamado y lentamente jaló del cabello de Des contra su boca, besandolo intensamente, tratando de consumir aire a través de la boca del muchacho y lograr volver a respirar.  

El beso se cortó cuando otro gemido escapó de los labios del mas joven, se apartó de la boca ajena y fue por su cuello inmediatamente, deslizando las manos por su espalda, llegando a su cintura y jalando de él contra sus caderas, empujandose dentro, tan dentro de él, era tan bueno. 

El orgasmo amenazó a Des, y supo con certeza que Leo estaba en igualdad de condiciones cuando fue apretado por su interior y su cuerpo se arqueó levantandose de la cama. 

La propia mano del moreno se deslizó entre sus cuerpos y se apoderó de su propia hombría, bombeandola furiosamente y gimiendo sin pudor, intentando liberar su cuerpo. 

-Por favor Des...- Su voz estaba ronca por los sonidos que escapaban de su garganta.- Te lo ruego Des... Vente conmigo. Juntos.-

El mas alto le vio a los ojos, se encajó firmemente en su interior y perdiendo los estribos se movió una y otra vez contra él, con fuerza y rapidez, sintiendo el orgasmo construirse en su bajo vientre y recorriendo su espalda como electricidad hasta que la bendita liberación vino y dentro del cuerpo del moreno, pegando la frente a la cama, por sobre el hombro ajeno susurrando su nombre dulcemente una y otra vez. 

Leo se vino tan pronto como sintió el aliento del mas alto sobre su oreja, su cuerpo convulsionó por el placer, aferrandose a su miembro y a las sabanas hasta que no hubo mas de él, hasta que la misma fuerza se escapó y su mente se volvió blanda como el algodon. 

Leo despertó, la luz tenue de una lampara le aclaraba la vista y pudo distinguir la silueta del mas alto al otro lado del cuarto, tan hermosamente constituido, tan suyo que quiso romper en lagrimas como un niño pequeño, por Dios lo amaba tanto. 

-Hey...- El muchacho volteó a verle y le sonrió acercandose a la cama, acarició su rostro y se acostó nuevamente junto a él, Leo de inmediato se metió entre sus brazos, donde pertenecía, y supo de inmediato que pedirle a Des ser su esposo había sido la mejor que había tomado en toda su vida. - ¿Te encuentras bien?.-

-Mejor que nunca...- Besó su pecho y cerró los ojos para volver a dormir, seguro y tranquilo, en los brazos de su amado Des. 




-Leo...- 

El moreno volteó hacia el muchacho alto que tenía el rostro del hombre que amaba y la luz se hizo cada vez mas fuerte y cegadora, pronto el cuerpo del muchacho se hizo pesado, cayó de rodillas viendo la alta figura caminando hacia él. 

-¡No!- Gritó con desesperación tratando de sostenerse a si mismo. - ¡No quiero morir, no ahora, no me lleves, Muerte, por favor no!-

-No estoy aquí para llevarte, Leo, solo para decirte...- La alta figura acarició la espalda de Leo y la piel comenzó a quemarse allí donde el tocaba.- Adios... Es hora de volar a casa, pequeña Aguila.-



La luz volvió a lastimarle la vista, y sentía su cuerpo pesado y adolorido, la garganta seca y obstruida. Levantó una mano, pero no respondió mas que un ligero movimiento, casi como un tic nervioso, trató de girar la cabezapero solo sus ojo se movieron, y pudo ver la silueta de su cansada hermana dormida junto a su cama. 

-J-...Joanne...- Balbuceó a través de algo que había en su boca, cortandole el habla y se desesperó. 

Una alarma sonó, Joanne se levantó rapidamente, como si no hubiera estado dormida en absoluto y se colocó a su lado en total alerta, pero cuando sus miradas conectaron las lagrimas brillaron a través de sus ojos, se llevó ambas manos al rostro sin poder contener la euforia y la felicidad y pronto rodeó los adoloridos hombros de su hermano menor llorando todo lo que no había llorado durante semanas.

-Es un milagro... Él tenía razón Leo... Volviste.-

Algo asi como un típico romance en ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora