Operación: ¡Sugino Enamorado! [Karma x Nagisa]

¡Osaka! [Parte 2]

Teniendo como objetivo la prueba de valor que se celebraría en Osaka dentro de dos semanas, el equipo se puso manos a la obra. Kayano y Nakamura fueron de compras con Sugino, buscándole ropa nueva con la que ir "irresistible" según había dicho su compañera de pelo rubio.

Nagisa, por su parte, se encargó de comprar los billetes del tren bala para el día designado, mientras que Karma invitó a Kanzaki para que asistiera a la tan esperada quedada.

Con todo preparado, llegó el 13 de Julio. Habían decidido quedar en la estación a las once de la mañana, para ya de paso aprovechar el día todos juntos. O al menos eso era lo que creía Sugino.

—¡Por fin! —dijo Kayano estirando sus brazos mientras bostezaba. Todos bajaron del tren uno detrás de otro— ¡Ya estamos en Osaka!

—Quizás deberíamos visitar el Shitennō-ji, puede ser muy interesante...

Sacando una enorme guía de su mochila, Nagisa abrió el grueso libro por la página 578. Todos le miraron estupefactos, eso sólo podía significar una cosa.

—Koro-sensei se enteró de nuestro pequeño viaje. Me hizo una guía la semana pasada...

—Pero tranquilos —le interrumpió Karma— Ya nos hemos encargado de que no nos moleste.

Mientras tanto, en la clase 3-E...

—Nurujujujuju —reía el profesor desde la copa de un árbol.

—¡Sensei! —le gritaba Isogai desde el suelo— ¿Qué está haciendo ahí arriba?

El enorme pulpo miraba con lujuria una fotografía que le había dado Karma y que sostenía firmemente entre sus tentáculos. En la foto aparecía una chica de enormes dotes con bata de laboratorio en el suelo recogiendo unos papeles que debían habérsele caído, por lo que se encontraba en una pose muy sugerente.

—Karma-kun... —musitó— ¿De dónde sacáis estás obras de arte?

—¿Sensei? —insistió Isogai algo preocupado— ¡Koro-sensei!

De vuelta en Osaka...

—No creo que nos moleste —concluyó muy tranquilo.

—¿Y que más lugares hay? —Nakamura le arrebató la guía y hojeó las páginas rápidamente— Veamos, tenemos el Dōtonbori, el acuario e incluso un museo de cerámica... ¡Oh! ¿Y qué opináis del jardín Nishinomaru?

Sugino miró a Kanzaki algo tímido.

—¿Qué es lo que te apetecería, Kanzaki-san?

La chica, sin esperar que alguien la preguntara, se quedó pensativa.

—Pues a ver... —comenzó— Una vez vine con mis padres a Osaka, y ya visitamos muchas cosas. Pero la verdad es que me quedé con ganas de ver el acuario.

Todos la miraron algo extrañados. De todas las opciones, no esperaban que alguien como Kanzaki escogiera el acuario.

—Sé que igual es algo infantil pero...

—IREMOS —exclamó Sugino muy nervioso.

Todos se miraron entre ellos. Se intercambiaron diversas miradas junto a sonrisas pícaras.

—De acuerdo —aceptó Karma con una sonrisa— Será mejor que nos demos prisa si queremos aprovechar el día.

—¡¡Sí!! —dijeron todos al unísono.

Y así, se pusieron en marcha para comenzar la excursión. La ciudad era preciosa, los edificios adornaban cada calle, cada esquina. Pero a pesar de ser una ciudad tan moderna, seguía sin perder la esencia de lo que había sido Japón hace mucho tiempo. Templos, jardines y más cosas le daban un toque muy nostálgico al ambiente de la ciudad.

—¡Mirad allí! —exclamó Nagisa emocionado— ¡Allí está el acuario!

Una enorme estructura con pancartas de diferentes animales acuáticos se presentaba frente a ellos, imponente.

Entraron muy emocionados y pagaron la entrada. El lugar se repartía en diversas estancias, y no tardaron en dividirse para explorar todos los secretos del lugar. Nakamura y Karma ya lo tenían todo planeado, ya que no tardaron ni quince minutos en llevarse a sus compañeros para dejar a solas a la pareja. Ante tal maniobra, Sugino se puso muy nervioso, pero Kanzaki ni se dio cuenta, y con ojos brillantes se lo llevó a ver la sala de las tortugas marinas.

—Bien —concluyó la chica de pelo rubio—Ahora si podemos disfrutar del acuario.

—¿Dónde está Nagisa-kun? —preguntó Kayano extrañada— Estaba con nosotros hace un momento.

La chica tenía razón. En tan sólo la friolera cantidad de tres segundos, su compañero desapareció. Los tres tomaron caminos distintos para buscarle, pero varios minutos después, Karma se detuvo a pensar.

—Veamos... ¿Dónde podría esconderse un potencial asesino en prácticas?

Entonces una idea le vino a la mente. Salió corriendo hasta el famoso túnel de cristal, dónde gran cantidad de tiburones vagaban a sus anchas.

Y allí estaba.

Con sus ojos azules brillando de la emoción, se encontraba Nagisa tomando apuntes en un pequeño cuaderno.

Karma se acercó lentamente y puso su mano sobre la cabeza del chico, entre sus dos coletas.

—¿Qué haces, Nagisa-kun? —le preguntó curioso.

—Estoy tomando nota de todas las clases de tiburones y sus capacidades en el asesinato. Si consiguiéramos meter a Koro-sensei con uno de estos...

El chico sonrió. Con reflejos de guepardo, le arrebató el cuaderno de sus pequeñas manos.

—¡Karma-kun! —se quejó— ¡Devuélvemelo!

Su amigo sonrió de manera perversa, y estiró el brazo de manera que, aunque saltara, Nagisa no alcanzase el objeto.

Estuvieron así un par de minutos, hasta que Nagisa tropezó y cayó al suelo llevándose a Karma por delante.

Al hacer amago de incorporarse, Nagisa comprobó que efectivamente se situaba justo encima de Karma, con su rostro a escasos centímetros del suyo. Su mirada ambarina lo atrapó por completo.

—¿Vas a quedarte ahí pasmado todo el día o vas a levantarte?

El chico reaccionó al comentario y se levantó, ayudando a su amigo también a levantarse.

Era la primera vez que se había quedado prendado de una mirada así, pero no quiso darle importancia. Después de todo era su amigo, nada más que eso.

—¡Por fin te encontramos! —exclamó Kayano desde la distancia— ¿Dónde te habías metido, Nagisa-kun?

—Yo... Estaba...

—Démonos prisa —les interrumpió Nakamura— Ya casi deben haber terminado la visita, será sospechoso si tardamos mucho en aparecer.

Todos asintieron.

—Tienes razón —dijo Karma algo serio— Si nos descubren ahora, no tendrá sentido todo el esfuerzo hasta ahora, vamos.

Y así, los cuatro se dirigieron a la salida del acuario, dispuestos a proseguir la operación: "Sugino enamorado".