Capítulo 3

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Era viernes, había quedado con Dakota para ir a dar una vuelta y bueno, ella y el chico que me había gustado estaban saliendo. En el fondo me dolia pero le repetí mil y una veces a Dakota que no,al yo confesarle mi rechazo hacia esa relación ella no aceptaría. Yo no quería ser la que dañara ese posible amor. Era mi mejor amiga, quería su felicidad

Íbamos a dar una vuelta y en un rato vendría Adam.

一¿Por qué no le hablas a Ian? No creo que te hablé mal. Además has dicho que es muy amable 一dijo ella mientras caminábamos.

一No quiero. Luego el lunes lo veré y no sé. Me gustaría hablarle pero me da muchísima vergüenza. Es un chico mayor y yo sólo soy la simple chica a la que le gusta matemáticas«» 一dije.

一¿Y si le hablas desde mi cuenta? A ver, si quieres te la dejo para que hables con él. A mí me da igual que sepa que soy yo 一Sabía que se sentía culpable. Muy culpable. Y tenía muchas ganas de hablar con él. Pero tampoco quería empezar con una mentira. No me gustaba mentir, yo creo que a nadie le gusta mentir. 一No va a pasar nada. Sólo dile «Hola» y ya está. Además puede que no conteste.

一No estoy segura. ¿Y si se da cuenta?

一No se va a dar cuenta. Parece distraído, no indagara mucho.

一Está bien. 一acepté metiendome en la boca del lobo.

Dakota abrió su cuenta de instagram en mi móvil y me lo paso.

«Hola»

Ya lo había enviado. Podía cancelarlo pero no quería. Quería ver si él me respondería o bueno, le respondería a mi amiga.

一¿Crees que va a responder? 一me preguntó Dakota.

一No lo sabemos.

Habían pasado cinco minutos cuando Ian respondió.

«Hola»

Estaba alucinando. Me había puesto a saltar como una loca. Dakota había mirado la pantalla y había puesto los ojos en blanco. Mi corazón estaba desbocado, en el sentido literal. No obstante, en el fondo me reprochaba haberle hecho caso a Dakota.

«¿Qué tal estás?»

Sabía que preguntar eso cuando no nos conocíamos de nada estaba un poco fuera de lugar, pero por algo había que empezar.

«Muy bien, ¿y tú?»

«Genial»

«Me alegro por ti»

«Y yo jajajaja»
«¿Qué haces?»

«Nada, ¿y tú?"»

«Estoy con una amiga»

«Perdona, pero ¿te puedo hacer una pregunta?»

«Si, dime»

Me había puesto nerviosa. ¿Y si lo había descubierto? Esto comenzaba a irritarme.

«No es por ser grosero, pero ¿por qué me hablas?. No lo digo porque me moleste. Lo digo porque nunca hemos hablado, entonces lo veo un poco raro»

«Tranquilo. No sé, me aburría y pensé en hablarte pero si te molesta no te preocupes. Me lo puedes decir»

«No, no me molesta. Puedes seguir hablandome. ¿Cuántos años tienes?»

Maldita sea. Yo no había pensado en eso. Nos llevábamos tres años. Yo tenía quince y el dieciocho. Realmente no era mucha la diferencia pero en nuestro instituto se veía raro que alguien de dieciocho hablará con alguien de quince.

Promesas Destrozadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora