6:40 am
Un pelinegro se encontraba maldiciendo y vociferando malas palabras sin importar que sus padres estuviesen durmiendo.
Estaba molesto, faltaban justo veinte minutos para entrar a la escuela y el rubio cuatro ojos no había llegado a aún por él.
Quizás se quedó dormido, quizás perdió sus gafas, quizás se encontró con un ex novio o novia en su camino, quizás estaba enfermo, quizás lo atropello un tractor, quizás esté en la morgue.
Y con aquél último pensamiento negativo y tan dramático; Tobio decidió ir en busca del chico alto del Karasuno, pero al abrir la puerta aquél rubio tenía el dedo dirigiéndose al timbre de la casa.-Estúpido llegas tarde, ¿Qué tal que no llegamos a tiempo?.- Se dirigió el pelinegro al más alto que tenía el ceño fruncido.
-Me quedé dormido. Ahora cállate y vamos.- El rostro de Kei lucía pálido y ojeroso.
-Tienes una cara horrible.- Tobio miró fijamente los orbes dorados que se notaban cansados.
-Dime algo que no sepa Rey.- resopló un poco aburrido por aquella plática.
-Bueno, no te diré más Señor Amargado.- El azabache cerró la puerta y se puso a lado de Tsukishima para dirigirse a la escuela.
-¿Y las muletas?
-En casa. Ya puedo caminar mejor.- dijo orgulloso el setter.
-Ya era hora, era molesto verte como lisiado.- Una pequeña sonrisa mal disimulada se instaló en el rostro del mayor.
-Ve y muere.- bromeo un poco Tobio.- ¿Qué tal la mano?
-Es molesto, no puedo escribir bien, ni tomar los palillos, y lo peor no puedo masturbarme como quisiera.- Miro de reojo a Kageyama esperando una reacción que lo divirtiera.
-¡No digas esas cosas en publico! ¡Perverrido!.- El nerviosismo inundo al más pequeño y se ruborizó tanto como un tomate.
-Jaja es Per-ver-ti-do, Kageyama. Parece que te pusiste tan nervioso que te mordiste la lengua.- El rubio se sintió feliz con la reacción del más bajo.
-¡MALDITO! No te me acerques, me vas a pegar tu perversión.- Kageyama trataba de caminar un poco más rápido para alejarse del rubio.
-Que inocente eres, Rey. Como si nunca lo hubieras hecho.- Le lanzó una mirada expectante al azabache y aquél solo ladeó la cabeza.
-Tsk.- el pelinegro no respondió nada y siguieron su camino hasta la escuela. El silencio era algo incómodo pero no quería hablar y decir alguna tontería.
-Aquí nos separamos.- mencionó el rubio y señaló los dos pasillos diferentes.- Te veo en la hora del almuerzo.
-¿Para qué?.- en verdad no sabía qué planeaba Tsukishima, había estado muy amable y eso lo asustaba.
-Le dije a la pulga enana que nos viéramos en el descanso para que nos platique lo que pasó. Hasta al rato.- el rubio siguió su camino dejando solo al pelinegro que no le quitaba los ojos de encima.
Así pasaron una, dos, tres clases y por fin podría salir al descanso. Pasó por el salón de Tsukishima para reunirse con él como habían acordado.
Lo vio sentado en su pupitre mirando a lo lejos desde la ventana, se veía tan misterioso y solitario. Los auriculares parecían desconectarlo del mundo y el sol reflejaba una cara taciturna y unos cabellos dorados; que al parecer de Tobio eran hermosos.Llevaba apenas un par de minutos observándolo sin haberlo llamado. Vio cómo el pecoso amigo de la infancia le susurraba algo al oído a Kei y éste sólo sonrió, una sonrisa tan sincera que cautivó a Tobio, pero también le hizo dolerle el corazón porque él nunca le sonreiría de esa manera. Y más que tristeza, sintió celos del lugar que ocupaba Yamaguchi en la vida del rubio.
Kageyama se perdió en sus pensamientos que ni vio a Tsukishima esperando por el a su lado.
-¿Qué esperas? Vamos que se hace tarde.- Le llamó el rubio, retirándose los audífonos y dejándolos colgados en su cuello.- Lo veremos afuera del gimnasio.
Los dos chicos se enacaminaron hacía el gimnasio divisando a lo lejos al pelinaranja que tenía cara de muerto viviente. El chico al verlos llegar se sorprendió por el rostro fantasmal de Tsukishima y buscó con la mirada la mano lesionada de Kei.
-LO SIENTO, NO SABÍA QUE LAS COSAS SE SALDRÍAN DE CONTROL.- Gritó el chico más bajo de estatura.- No era mi intención...
-Calla basura enana. No vinimos hasta aquí por tus disculpas. La única que me hizo esto.- alzó la mano.- Fue Maya, no tú. Ahora dime qué hacían juntos.- El rubio parecía inmutable y Tobio permanecía callado.
- Bueno, verás...- el pelinaranja trataba de armarse de valor.- Ella me buscó, dijo haber escuchado la plática del otro día en donde anunciaron estar saliendo juntos. Aseguró que era tu novia y que si la ayudaba yo volvería con Kageyama. La ayudé con algunas maldades hacía Kageyama para que se alejara de Tsukishima, pero cuando empezó a acosarlo y mandarle mensajes amenazadores la confronte y dejé de ayudarla.
-Eso no explica que hacían juntos ayer.- El pelinegro por fin se dignó a hablar.
-Ayer como vi no llegabas te mandé un mensaje pero nunca lo recibiste y me preocupé. Me salí del salón justo cuando tocaron el timbre, fui a la entrada y vi a Maya con una cara terrorífica, así que la seguí y me di cuenta que ella también seguía a alguien, ahí fue cuando los vimos en la cafetería. Vi como se guardaba un cutter entre la ropa, me asusté de lo que era capaz, y traté de retenerla, discutimos, forcejeamos, en eso creo que nos vieron. Lo demás ya lo saben.- Hinata mantenía la cabeza hacía abajo.
-Te golpearía por haber metido a Kageyama en esto, pero también agradezco que hayas intervenido y las cosas no pasaran a mayores.- Oiiii tú.- señaló al azabache.- ¿Tienes algo que decirle?.
-Hinata. Levanta la cabeza y mirame.- el pequeño cuervo levantó la vista.- No te perdonaré todos los malos ratos que me hicieron pasar, espero lo entiendas.- su expresión era seria
-Lo sé. Yo de verdad quería que volviéramos a estar como antes.- la voz del pequeño empezaba a entrecortarse.
-Patético.- dijo Tsukishima, ganándose una mirada desaprobatoria de Tobio.
-Lo dije antes y lo digo ahora. Nosotros terminamos y es imposible el regresar.
-¡Lo sé! Fue mi culpa.- la desesperación se notaba en el rostro de Hinata.- Pero ahora ni siquiera somos amigos, me tratas tan indiferente que lastima.
-¿Quieres mi amistad?.- dijo Tobio
-Si. Algo es algo.- El pelinaranja se encogió de hombros.
-Gánatela. Aunque será difícil.- el rostro de Tobio se suavizó.
-Ya verás TontoYama, me convertiré en el mejor amigo del mundo.- la energía de siempre volvió al cuerpo de Hinata.
-Si, si, si. Cerebro de mosca.- Se burló Kei.- Oye Rey, vámonos.- le hizo señas al pelinegro para ir a almorzar.
Por dentro Kageyama estaba feliz y aliviado. Maya y Hinata estaban fuera del juego. Por fin pasó dos obstáculos para subir de nivel.
Cuando se disponían a irse, le dieron la espalda al pelinaranja, pero una pregunta los hizo voltear de nuevo para ver a Hinata.
-Tsukishima, Kageyama.- Los miró fijamente a ambos.- ¿Ustedes de verdad se quieren?.- en tono serio.
Los dos mencionados fruncieron el ceño ante tal pregunta. Se miraron entre los dos; pensando en su respuesta, y como siempre la simpleza era una característica de ellos.
-SI.- contestaron al unísono.- Mirando con seguridad a Hinata y tratando de sonreír lo mejor que podían.
Pero en sus adentros todo era diferente, ellos sabían que no era así.
<<Que mentira tan grande, pensaron ambos chicos>>
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"¿Quién dijo que me gustas?".
FanfictionTsukishima x Kageyama. Bl. Haikyuu. Kageyama sabía lo que era engancharse de alguien, conocía perfectamente un flechazo o el sentimiento de gustar, tal vez por eso estaba seguro de que eso no era amor, no podía serlo o eso quería creer.