"Lo que no fue en tu año que no te haga daño"

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En definitiva Tobio amaba el volleyball, amaba entrenar y amaba practicar con los mejores jugadores, pero hoy no era de esos días en el que amaba tener una práctica con otra escuela, de plano algo hizo mal en su otra vida o alguien le echó una maldición.

Estar en un juego contra el Nekoma siempre era motivador, pero estar rodeado de idiotas lo ponía de mal humor. O sea el solo hecho de tener a lado a su ex novio charlando con el cabello de pudín, felices de la vida como si nunca los hubiese visto en pleno acto de infidelidad, es de plano algo de muy mal gusto.
Y para ser precisos eso no le molestaba, solo lo ponía incómodo, ahora en ese preciso momento lo que estaba sacándolo de sus casillas era ver al As del Fukurodani y al Capitán del Nekoma acosando al pobre de Tsukishima, que aunque cortésmente declinaba sus ofertas de ir a comprar helados no lo dejaban ni respirar.

-Tsukishima, maldito ¿Cuánto tiempo piensas tardar? Llevo rato esperándote.- Se paró frente al rubio con los brazos cruzados, dando la imagen de todo un Rey ordenándole a un plebeyo.

- ¿Qué? El Rey anda de mal humor.- Dijo el más alto alzando una ceja en señal de disgusto.

-Me dijiste que fuéramos a...- rayos, iba con toda la intención de ayudar al rubio para salir de esa situación atosigante pero no se le ocurría nada.

-¿Yo? ¿Dije algo así? ¿ A dónde dije que iríamos? .- se quedó buscando en sus memorias, para recordar en que momento dijo tal estupidez.

El pelinegro tenia que buscar una buena excusa en el que los dos mayores no fueran a colarse.

-Bueno, pues...tú dijiste que...iríamos a comprar unos libros, ¿recuerdas?.- Dijo en un tono en el que el rubio pudiese darse cuenta que lo estaba tratando de ayudar y que le siguiera la corriente.

-Claro, ya recuerdo mi querido Rey, buscaríamos libros de historia, es mejor si nos damos prisa y nos vamos.- Tsukishima no era idiota y enseguida captó lo que el pelinegro trataba de hacer, así que le siguió la corriente. Y es que para Bokuto una librería es como un infierno y Kuroo no quería estar en un lugar aburrido.

El rubio agarró agarro a Tobio de la muñeca y lo arrastró con él lejos de ese lugar lleno de fanáticos del volleyball.

-Me llamó "Querido", bueno aunque también me dijo Rey, así que no sé si sentirme feliz y sonreir o enojarme y darle un buen golpe.- pensó para si mismo Kageyama.

De repente la mano que lo sostenía se alejó suavemente de el. Kageyama refunfuño para reclarle al más alto el haberse detenido de golpe, sacándolo de sus pensamientos alegres. Pero no pudo llegar a decir nada porque alguien se acercó a ellos, aunque el no podía distinguir bien; ya que se encontraba parado detrás de aquél poste que le privaba de la vista.

-Hola Tsukishima, ¿De casualidad no viste a Bokuto-san por aquí?.- la voz era calmada y suave, pero había logrado reconocerla y Kageyama se puso a lado del rubio para no sentirse excluido.

-Buenas tardes Akaashi-san, si, estaba con Kuroo-san, ¿Se escapó de nuevo para venir a tontear?.- sonrió amablemente Tsukishima, pero en cambio Kageyama puso una expresión de horror. ¿Qué carajo estaba pasando? ¿Quién era esa persona que sonreía tan amablemente? En definitiva ese no era el idiota sarcástico y poco tolerante que él conocía.

-Jaja.- río ligeramente el setter del Fukorodani.- Ya sabes, esos tontos no pueden estar separados, por más que digan que son como hermanos, todos saben que son unos tortolitos.

-Mejor dicho unos idiotas infantiles enamorados.- Bromeó Tsukishima. Y ¿Tobio?, Bien, gracias. Seguía parado junto a ellos como si fuera una decoración más del paisaje.

"¿Quién dijo que me gustas?".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora