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Podría decir que el día iba comenzando de maravilla. Pero no.

Los gritos de Matt al otro lado del teléfono diciendo que tenía que ir por Ed en media hora me despertaron del increíble sueño que estaba teniendo.

La verdad es que no estaba soñando nada, pero con el simple hecho de estar durmiendo cómodamente y que te despierten de imprevisto a las seis de la mañana, ya es bastante para comenzar mal el día.

A regañadientes me levanté para luego entrar a tomar una ducha para despabilarme. Terminando me vestí con un simple pantalón oscuro, playera negra y tenis sabiendo que solo cuidaría al pequeño por lo que no tendría que vestirme de una forma en especial.

El teléfono volvió a sonar. Mirando quien era, gruñí.

—Te odio —contesté.

La risa de Matt se escuchó del otro lado—. Ódiame todo lo que quieras pero tienes que ir por Ed ya. Leah entra al trabajo a las siete.

Tomé las llaves del Jeep, el cuál usualmente utilizaba cuando no tenía ningún asunto de trabajo por el cuál tenía que salir.

—Ya te aprendiste todo su itinerario por lo que veo.

Cerré la puerta de la casa al momento en que salía para luego caminar hacia el auto. Subí en él cerrando la puerta tras de mi encendiéndolo para tomar camino hacia la casa de Leah.

No, pero es información necesaria cuando en tu caso, eres el niñero de su hijo. Tu deberías saberlo.

Lo puse en altavoz—. No me llames niñero, a ninguna chica le gusta que alguien como yo sea llamado así.

Como sea. Ve por Ed, falta poco para que Leah se vaya.

—Si, si, ya voy en camino —respondí, tomando mis lentes de sol que estaban en la guantera para ponérmelos.

Bien, nos vemos por la tarde. Pasaré a tu casa.

—Claro, adiós Matt.

Adiós, niñero —escuché una risa burlona por su parte.

Iba a responderle pero él ya había colgado.

—Niñero —dije de mala gana arrojando el móvil en el asiento del copiloto—. Al menos seré un niñero atractivo y sexy.

Sonreí al pensarlo, ahora ya no pareciéndome una mala idea el serlo.

(...)

La puerta se abrió luego de varios segundos de haber tocado. Leah apareció en mi vista.

Me quite los lentes, no queriendo que nada obstruyera mi vista hacia ella.

Porque, joder, se veía bien.

—Hola —dijo, con un atisbo de sonrisa al momento en que se hacía a un lado—. Pasa.

Asentí entrando, ella siguiéndome por detrás.

—Voy por Ed, ya vuelvo —asentí de nuevo mirando como se alejaba hacia una de las habitaciones.

Tenía que empezar a hablar porque por su ceño fruncido, me daba cuenta que empezaba ya a verme raro por no hacerlo.

Pero es que maldición. Con tan solo verla me había quitado toda palabra de la boca. Se veía tan fresca y radiante. Muy diferente a como se veía el dia de ayer.

Bien, retiro lo dicho, el dia si había comenzado de maravilla, demasiado para mi vista.

Suspiré para luego ver una foto que había captado mi atención.

Papá por Accidente » Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora