Después de esa despedida... [Jack Moore]

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Él no sabía lo que estaba por suceder el día de hoy, solamente hacía todo lo que se debía de hacer en un día normal, tranquilo, lluvioso... desde esa noche en el avión no ha pensado en otra cosa que no sea ella—¿Qué harás ahora?—se preguntaba él mientras estaba en el sofá recostado viendo la tarde pasar ante sus ojos, esto es estúpido, tiene meses que no ve su rostro, que no acaricia su piel, que no escucha su fina e inocente voz... ¿Por qué debía ella recordarlo a él si de todos modos eran de continentes distintos, pero sin embargo sentía deseos de verla atravesar aquella puerta diciéndole las palabras que él le debió haber dicho aquella noche, en esa tan significativa despedida, parecía un adolescente enamorado, porque eso era lo que le había sucedido, se había enamorado de una mujer china con toda su alma aun cuando creía que no podía volver a hacerlo; a pesar de que nunca se habían tocado en lo más intimo de sus almas, sentía que ella lo sentía vibrar a su lado como en este momento él la siente a ella.

Jack Moore se encontraba en su sofá resignado a pasar otra tarde llena de aburrimiento, ¿Qué podría hacer cuando la lluvia estaba en su contra? Nada, solamente quedarse ahí, recostado tal cual invalido; escuchaba las gotas de agua golpear contra su ventana, cerró los ojos para intentar quedarse dormido pero el recuerdo de ella no le dejaba concebir el sueño; cansado de esperar un sueño que notablemente no llegaría a estas alturas del día se puso una vez más de pie y fue a su puerta para ver si de casualidad el correo le había dejado algo de correspondencia; con pesadez fue hasta la puerta principal, no se había equivocado, el correo efectivamente lo había recordado, comenzó a pasar las cartas, la mayoría eran de su trabajo, cansado de ver las mismas viejas frases en el papel las tiró al suelo hasta que de pronto... un sobre amarillo cayó apartado del montón de sobres blancos, él, desconcertado se agachó para recoger el misterioso sobre del suelo, lo examinó con cuidado, su caligrafía era perfecta pero más sin embargo desconocida; en la parte de enfrente decía su nombre pero más sin embargo no el nombre del remitente, él aun sin salir de su asombro fue adentro de la casa, seguramente estaba a punto de llover más fuerte así que se dirigió al sofá en el que anteriormente estaba recostado, una vez ahí, se decidió a abrir el sobre con extremo cuidado, comenzó a leer detenidamente tratando de comprender el mensaje que estaba a punto de recibir; comenzó:

Querido Sr. Moore:

Probablemente se pregunte porque le envío esta carta... la verdad no sé porque lo hago, supongo que es solamente para saber cómo es que ha estado, han pasado varios meses después de nuestra despedida, sé que es extraño que yo le escriba cuando dejamos claro que nuestra relación no pasaría a más.... Pero en fin ¿Cómo ha estado? Dios, ¿A quién engaño? Ya tengo que dejar de engañarme a mí misma, esta carta es una manera de comunicarme con usted, ya que no tengo otra manera de hacerlo.

¿Sabe? Lo he extrañado más de lo que puedo llegar a decir, a aceptar, sé que usted marcará esto como inapropiado pero, ya no puedo callar más, Sr. Moore... esto sonará atrevido y hasta descarado pero, le necesito, aquí y ahora, no sé cómo fue que usted me hechizo a tal grado de que he estado muriendo desde que nos dijimos adiós, he deseado volverle a ver aunque sé que eso nunca pasará en la vida, traté de convencerme a mí misma que esto que siento, esto que le digo ahora, era solamente un juego de mi razón pero... aunque quise hacerlo no logré con mi objetivo... No entiendo por qué me está sucediendo lo que me sucede, no sé cómo es que usted fue capaz de hacerme esto, yo que siempre procuré verlo solamente como cliente, norteamericano, pero nunca como hombre... Por Dios, ¿Por qué le digo esto a usted?, yo sé que no le importa lo que una mujer china piense de usted, ya sé que aunque acordamos que ambos formaríamos parte uno del otro usted pudo olvidarme y no, no se preocupe por mí yo estaré bien se lo prometo, porque al fin y al cabo somos de continentes distintos.

¿Sabe que es lo que me atrajo más de usted? Sus ojos, recuerdo que la primera vez que lo vi, era un completo extraño para mí pero en cuanto vi sus ojos supe que sería importante en mi vida, sabía que usted cambiaría mi vida para siempre y no me equivoqué... sí, sé que parezco estúpida al decirle esto ahora, cuando la oportunidad de hacerlo se esfumó como el sol al llegar la noche, pero los sentimientos no se pueden ignorar; yo no puedo ignorar lo que siento... lo amo Sr. Moore... por favor le pido que se olvide de lo que le dije, que olvide todo lo que siento; mis sentimientos no importan pues, ¿Una mujer acaso importa tanto para recibir una respuesta? No me escriba por favor, no me busque, lo amo pero... no puedo amarlo Sr. Moore.

Al menos me queda el consuelo de saber que recibió mi carta, el consuelo de saber que tuve la capacidad de amar aunque pensaba y daba por hecho de que estaba hecha de piedra; así que lo único que me resta decirle es gracias... sí, gracias por demostrarme lo que es amar, qué es sentir, lo que es desear lo prohibido, porque yo sé que eso es lo que será siempre para mí, una felicidad prohibida y distante, porque es como una vieja canción infantil, se olvidan pronto, yo sé que usted me ha olvidado y... que tal vez nunca llegue a leer esta carta.

Pero no se preocupe... yo trataré de olvidarlo, de arrancar este cariño que le tengo; pero una vez más le pido que no me escriba, que olvide que ha leído esto, que me olvide, usted es experto en esas cosas, OLVIDAR, pero yo soy débil en este sentido, no sé si seré capaz de olvidar al único hombre que en verdad he amado, pero lo intentaré aunque no creo tener éxito; no le pido tampoco que me tenga lástima o que sienta que es una manera de chantajearlo porque le aseguro que no es así Sr. Moore.

Me enamoré de usted sin saber lo que en verdad sentía, hasta que se fue de mi lado supe que era amor pero... lo amo Sr. Moore, lo amo con toda mi alma; pero... olvídelo por favor, sólo quiero que sepa que lo amo.

Con amor, S.

Jack aun tenía la carta en sus manos, sin poder comprender aun lo que había leído momentos antes—¿Podría ser?—pensó él mientras trataba de asimilar lo que hoy acababa de saber, ¿Podría ser verdad que ella, precisamente ella, lo amara como él a ella? Esto sí era sorpresivo, nunca desde que salió de China se imaginó que Sue sintiera algo por él, Jack Moore, un norteamericano que llegó al otro lado del mundo solamente para cerrar un trato, o en otras palabras, para hacer dinero; de un momento a otro, él regresó a la realidad que claramente no tenía presente gracias a que sonó la puerta seguidas veces. Jack dejó la carta en una mesita de centro, después fue en dirección a la puerta principal para abrir, aun en estado de shock.

—Seas quien seas, te advierto que...—en ese momento levantó la vista, no podía creer lo que sus ojos veían ante él.

—Hola... Sr. Moore—la mujer que había llegado a su puerta ahora se encontraba frente a él, sin poder salir de su asombro sus labios susurraron—Yuelin—ella sin pensarlo se lanzó a sus labios uniéndolos a los suyos propios en un cálido y esperado beso... después de esa despedida dejaron cabos sueltos, sentimientos en el aire, pero ahora, todo eso quedaba en el pasado a través de ese beso donde las palabras sobraban y lo único que se tomaba en cuenta era la sed del corazón de ambos al querer una sola cosa,  AMAR. 

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