No sé por dónde comenzar. No sé cómo terminamos aquí, en este juego de sangre y asesinatos; no sé cómo es posible que Lucile haga algo como esto; sé que yo la apoyé pero a veces... al mirar a Edith me da pánico pensar que... pueda hacerle daño; pese a todo... aunque le prometí a mi queridísima Lucile que la mataría llegado el momento no sé, no sé si pueda hacerlo aunque tampoco sé porque me cuesta tanto trabajo, solamente es una muerte más, no es como si... me hubiera enamorado de Edith—¿Qué te pasa cariño?
— ¡Edith!—le dije yo de pronto al fuego de la chimenea al mismo tiempo que ella se me acercaba parándose de la silla en la que estaba sentada mirando el fuego conmigo; de pronto el reloj marcó la media noche, las palabras de Lucile de terminar con la existencia de quien era mi esposa resonaban en mi mente con fuerza, tenía que terminar con esto y pronto; entonces le dije a Edith tomándole la mano—En nada cariño mío... ven vamos a descansar.
—Está bien Thomas... vamos—me contestó ella al mismo tiempo que la ayudaba a abandonar la silla de madera con agilidad al mismo tiempo que ambos nos encaminábamos a la recamara que compartíamos juntos; Edith me tomaba la mano firmemente como si supiera que estaba a punto de quitarle todo rastro de vida de su hermoso cuerpo; entonces llegamos a la habitación después de unos minutos, al mismo tiempo que yo cerré la puerta con llave para que nadie pudiese entrar salvo Lucile si era necesario o las cosas se complicaban ella se acomodaba en la cama mirándome como suplicándome que no le hiciera ningún daño; finalmente pudo decirme con la voz temblándole—¿No crees que es tiempo de...?
— ¿De qué querida Edith?—le pregunté yo fingiendo total inocencia al mismo tiempo que ella se acercaba a mí besándome—De culminar nuestro matrimonio.
— ¿Eso quieres?—le pregunté yo en un gemido mientras ella me seguía besando los labios de una manera que nunca había conocido; su espalda estaba erguida esperando mis caricias con desesperación, el proceso estaba casi completo... y lo sellé con un—Edith...—en ese momento se acabaron las consideraciones, dejé salir a la bestia pasional que tenía dentro de mí, a la criatura asfixiante que me hundía con el único deseo de matar y asesinar todo lo que tenía vida; mis labios bautizaron a los de Edith de un momento a otro al momento en que ella dejaba escapar un gemido de excitación que me invadía los sentidos, poco a poco mis labios la silenciaron, sus gemidos perdían volumen hasta que finalmente estaba abrazada a mí siendo esclava de mis labios; con agilidad llevé mis manos al cordel de su camisón y lo desaté, entre respiraciones agitadas ambos caímos sobre el colchón abrazados; mi boca comenzó a buscar su cuello; ella era mi sumisa en este momento... no había nada que la separara de mí, mi boca estaba demasiado necesitada de los besos de Edith, la necesitaba a ella, solo a ella... pero no entendía porque la necesitaba tanto, de esta manera, de todas las esposas que he llegado a tener ella es la que más necesito pero... no sé porque, poco a poco acaricié su piel desnuda con las yemas de mis dedos al mismo tiempo que ella se aferraba a mí cuello buscando mis besos; entre respiraciones agitadas, en medio de la penumbra estábamos inundados del olor embriagador del amor y la intimidad... ¿Qué dije? ¿Amor? ¿AMOR? ¿Qué me está sucediendo? No, eso no puede pasarme, el código de Lucille, nuestro código describe que yo no puedo enamorarme ni sentir nada por mis víctimas pero... sin poder esperarlo, sin saberlo, en medio de la lujuria le dije a Edith en un gemido a punto de llevarla al más alto clímax—Te amo... te amo Edith.
—Thomas... yo... también te amo—en ese momento ambos llegamos al clímax sellando el destino final de una mujer inocente que solamente quería ser escritora pero que en él camino... se había encontrado conmigo... Edith se acomodó en mi pecho jadeante mientras yo le acariciaba el pelo lentamente esperando el momento en el que ella cayera dormida en mis brazos y así poder sellar una muerte más; ella me dijo con lágrimas en los ojos—pensé que nunca me amarías.
— ¿Cómo no amarte? Eres diferente, eres única... TE AMO—ella se abrazó de mi pecho al mismo tiempo que comenzaba a quedarse dormida, la acomodé en la cama cuando ella finalmente cayó en los brazos de Morfeo, me llevé las manos a la cara en ese momento en que la vi dormida, no podía matarla, no a ella... a ella la amaba; pero... el código así lo establecía, YO tenía que matar a mi esposa en turno, sin arrepentimientos.
—Lo siento Edith...—susurré. Tomé la pistola que estaba en la mesa de a un lado de la cama escondida en los cajones; me aseguré que Edith realmente estuviera dormida, una vez que lo comprobé me encaminé a la mesa, abrí el cajón y saqué la pistola de un momento a otro. Con miedo por primera vez en mis acciones, apunté a la cabeza de la mujer que amaba mientras las palabras de mi hermana resonaban en mi mente, firmemente preparé mi mano para jalar del gatillo pero, al verla así tan inocente, ajena a mis trastornos mentales producto de los juegos de Lucile, algo me impedía dispararle, entonces sin que me diera cuenta comencé a decir en voz alta provocando que Edith abriera los ojos sorprendida y al mismo tiempo aterrada— ¡No puedo! ¡No!
— ¿Qué sucede Thomas?—me dijo ella tratando de permanecer serena.
—Lo lamento Edith—comencé a decirle yo llorando amargamente—pero... tengo que matarte...
— ¿Qué?—me preguntó ella aun sin alterarse al mismo tiempo que se acercaba a mí tratando de lograr que yo bajara la pistola.
— ¡Sí! ¡TENGO QUE MATARTE!—le grité desesperado—PERO NO PUEDO... ¡NO PUEDO PORQUE TE AMO!—en ese instante Lucile entró a la habitación desesperada y furiosa de que yo no hubiera podido asesinar a Edith, me miró y me dijo con la furia saliéndole por las pupilas— ¿Por qué no la mataste? ¡¿Por qué?!
— ¡No pude!—le grité soltando el arma.
—¡¡Es el código Thomas!!—Me gritó ella también tomándome de las muñecas—Tienes que matar ¡Matar! No amar ¡NO!
— ¿Por qué no puedo amar Lucile? ¡Yo amo a Edith!—dije yo corriendo a abrazar a mi esposa fuertemente al mismo tiempo que el rostro de Edith se llenaba de lágrimas y desesperación; Lucile furiosa me contestó recogiendo el arma del suelo y apuntándome con ella en la cabeza desde una distancia considerable— ¡Eres un idiota! ¡Un estúpido! ¡Te dije que si te enamorabas lo ibas a lamentar! No me escuchaste y ahora me obligas a matarte.
— ¡¿Por qué no me puedo enamorar?! ¡DIME!—le grité al mismo tiempo que Edith me estrujaba contra ella para que no me acercara a Lucile, ella bajando la mirada sin dejar de apuntarme con el arma me dijo explotando entre lágrimas de furia y dolor—¡¡PORQUE YO TE AMABA!! ¡¡ERAS SOLO MÍO Y DE NADIE MÁS THOMAS!!!
— ¡Anda! ¡Dispara cobarde! ¡MALDITA SEA! ¡HAZLO!—en ese instante todo se enfrió, las lágrimas de Edith mojaban mi camisa, de un momento a otro la bala atravesó mi cabeza, no sé en qué momento pasó solo sé que la misma persona que me amó.... Me asesinó... ella... Lucille Sharpe, o como la llamo simplemente.... MI HERMANA.
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One Shots VARIOS.
Historia CortaSí, estás en lo correcto. Estos One Shots no serán de un sólo protagonista, sino varios personajes, esto se hace con el objetivo de no sólo "encasillarse" en un sólo artista, grupo, actor o película, tendrás gran variedad de tramas por leer, desd...