Cap. 22

1K 79 2
                                    

*Narra Gajeel*
La enana se había ido con Mirajane así que pase la tarde entrenando con Gray y Natsu pues al parecer era una tarde de chicas así que Lucy, Juvia, Wendy y Erza tampoco se encontraban en el gremio.
-Oye Gajeel, últimamente pasas mucho tiempo con la enana- dijo salamander y lo mire mal
-No le digas enana, yo solo le puedo decir enana-
-okey cálmate tornillitos-
-no me digas tornillitos- rodé los ojos -mejor déjate de payasadas y luchemos-
-claro evita el tema-
-ya déjate de joder yo nunca te pregunto porque pasas tanto tiempo con la rubia-
-es mi amiga- dijo sonrojado
-aja y yo el rey de Mongolia-
-eso explicaría lo mogólico- dijo para luego ponerse a reír y salir volando hacia un muro por la patada que le pegué
Así pasamos la tarde hasta que llego Wendy y nos dijo que las mayores se habían ido a hablar a la casa de Hikari, cuando estas llegaron dijeron que le habían dado consejos a la nombrada porque muchos chicos la tienen en la mira cosa que me enojo, últimamente quería pasar más tiempo con la enana ya que era divertido y también siempre tenía la necesidad de protegerla aunque sabía que ella no lo necesitase...
Cuando terminamos de comer la peliblanca se levantó y en ese momento vino a molestarme Levy pero cuando logre deshacerme de esta la enana ya no estaba y los chicos me dijeron que se iba rumbo a su departamento, así que me pare y Salí del gremio con Lily volando a mi lado no a muchos pasos de la puerta se encontraba ______ caminando
-enana espera- esta se giró hacia mí -te acompañamos- le sonreí
-sabes... no es necesario-
-quien sabe capas alguien quiere volver a proponerte casamiento... debo cuidar a mi amiga- dije abrazándola por el cuello y ella me miro sonriendo por un momento creí ver sus ojos rosados pero cuando parpadeo me di cuenta que eran verdes y solo una mala jugada de mi cabeza... caminamos en silencio hasta legar a un edificio con unos cuantos pisos ella subió y dijo que el suyo era el 4to así que subimos hasta allí.
-______ ¿me puedo quedar contigo?- pregunto Pantherlily haciendo puchero y ella simplemente asintió
-bueno... yo me voy adiós enana, nos vemos mañana en la... estación de trenes- trague duro ya que odio los trenes y los autos y todo lo que me provoque mareos
-adiós Gajeel- y sin más me fui al gremio nuevamente
*Narra __________*
Me levante temprano, me bañe y cambie, luego llame a Lily y lo mande a darse un baño...
-Hola bonito- le dije a Spake que me movía la colita, le acaricie la cabeza y en eso una mini pantera sale del baño -vamos a desayunar que en dos horas sale el tren- les dije a ambos sonriendo-
Luego de preparar el desayuno y comer, tome mi bolso en donde tenía lo necesario para el viaje, un bolso más pequeño con cosas de Spake y una mochila donde tenía las galletas de este y comida para el viaje que duraría aproximadamente entre ¾ o un día
-Hora de irnos- dije al Exceed y tome a Spake en brazos, cerre todo y nos pusimos en marcha a la estación de trenes...
Al llegar allí un pelinegro se me acerco bastante de prisa
-oye enana, déjame te ayudo- dijo sacándome el bolso más grande que era donde estaba mi ropa
-gracias Gajeel, pero no era necesario- este simplemente me revolvió el pelo y se encamino hacia los chicos donde Mirajane nos miraba cosa que me puso un poco incomoda
-Hola chicos-
-Hola Hika, Lily y Spake- dijeron
-¿cuándo partimos?- dije emocionada
-en 15 minutos- dijeron Gajeel y Natsu con cara de "no quero mamá"
....
30 minutos después ya nos encontrábamos en el tren rumbo a la playa, yo estaba sentada en un costado leyendo cuando veo que Gajeel se me acerca con cara de "estoy muriendo" y yo le sonrió
-Me siento mal- dijo como niño pequeño cosa que me sorprendió pues él nunca actuaba así, luego de decir eso se sentó a un lado mío y apoyo su cabeza en mis piernas -¿Qué lees?-
-es un libro que escribí hace unos años con las historias que me contaba mi madre- dije mientras instintivamente mi mano iba hacia su cabeza y acariciaba su pelo en un intento de hacerlo sentir mejor
-cuéntame una enana, hace mucho no lo haces- dijo sonriendo y era verdad no le contaba ninguna historia desde aquella vez sobre el Tanabata
-okey- cerre el libro y lo deje a un lado - Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurái, es decir, un caballero: no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida. Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo: el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.

A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor: ¿Quién es esta mujer? El marido se puso a reír: ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?
Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.
Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados. Su salud era delicada; frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto: cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole: Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo. Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada. Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura. ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta. Miro a mamá. Fíjate: No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente. Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo: Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti-
Cuando termine la historia y mire a Gajeel este estaba durmiendo así que simplemente seguí con mi mano acariciando su pelo hasta que yo también caí dormida en los brazos de Morfeo

Buscandote (Gajeel y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora