+1

56 3 0
                                    

Si tan solo se hubiese detenido aquí. Si no hubiese continuado. Quizás. Y solo quizás, esto no hubiese pasado.

No lo hice.

Era asombrosa esa sensación de haber resurgido de las cenizas. Su deseo y pasión me quemó a fuego lento, destruía mis células como pisar a una hormiga, casual y sin esfuerzo.

Me sentía plena, viva, ardiente. Poderosa, inmadura, radiante.

Una niña pequeña con todo el poder de comerse el mundo.

Pero eso sólo estaba en mi imaginación.

Qué ilusa fui.

Mientras su mano sostenía mi rostro con dulzura, sus caderas chocaban sin piedad las mías. Mientras yo gritaba y gemía, su boca se apoderaba de la mía.

Solo podía pensar en el increíble hombre que del cielo cayó.

Un ángel caído. Un nuevo demonio.

Maldita sean estas ansias, estas ganas de ti.

Su mirada feroz me recordaba a un león disfrutándo de su presa. Posesivo. Con un aura que gritaba "Esto es sólo mío".

Y no me importaba, porque así yo lo pensaba. Así me sentía.

"Soy tuya" - le susurraba.

Y ya, cuando nuestros cuerpos decían no poder más, cuando llegaba el momento de abrazarse y transmitirse las gracias mediante besos y abrazos me decía las palabras más duras que alguien no se merecía oir.

"Te tienes que ir".

¿Honor? ¿Honra? ¿Qué es eso?

Dignidad por los suelos.
Otra vez.

W.

Miserable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora