29 de octubre

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29 de octubre

Estaba sentado al ordenador en el aula de periodismo después de las clases (decidí adelantar y picar todas las colaboraciones para la revista) cuando llegó Dwayne. De repente, el aula olía como un concierto de Bob Marley.

El humo que salía de aquel chico me hizo desear someterlo a una prueba de smog humano.

—Tíiiiio —dijo Dwayne, alargando mucho la primera vocal.

—Síiiii —le respondí, acomodándome a su ritmo.

—He escrito una cosa, tío —me dijo—. ¡He escrito algo para ti!

Tenía los párpados tan entornados que casi parecía sonámbulo. Me entregó un artículo escrito bajo la influencia de la marihuana.

—Gracias, Dwayne —le dije. Hasta el papel olía a marihuana.

—Gracias, tío. Gracias por tocarme tanto las pelotas. Me lo he pasado muy bien.

—¿Cómo? —le pregunté. No sé por qué intentaba encontrarle un sentido a un ser tan absurdo.

—Me has abierto los ojos, tío —dijo Dwayne con los ojos cerrados—. Todo esto de escribir, la verdad es que mola. Normalmente no tenemos muchas ocasiones para escribir en el insti, ¿entiendes lo que quiero decir?

Volví a mirarlo. ¿Hablaba en serio?

—¿Y en la clase de periodismo tampoco? —le pregunté—. Llevo todo el año intentando que escribas algo.

—Ah, sí —dijo—. Supongo que para mí eso no era escribir. Más bien pensaba que era aburrir. —Se descojonó—. ¿Lo coges? ¡Como lo que había escrito en la carroza del desfile! El caso es que ha sido todo un viaje, tío. Una evasión total.

—Ah —dije—. Bueno, si te ha parecido que escribir es como un viaje, deberías probar a leer, Dwayne.

—Leer, ¿eh? —dijo Dwayne—. Nunca he sido muy aficionado a la lectura.

—Lo comprendo —dije—. Pero ¿sabes que hay una diferencia entre leer y «leer»?

—¿En serio? —preguntó Dwayne, abriendo un poco los ojos.

—Ooooh, sí —me burlé abiertamente de él—. Deberías probar. Cualquiera puede leer un libro, pero poca gente sabe «leer» un libro. A veces el autor escribe una cosa, pero en realidad quiere decir otra.

¿Entiendes lo que te quiero decir?

—Jo, tío, ahora mismo estoy flipando. Nunca me había parado a pensarlo —dijo Dwayne, y se frotó la cara con tal fuerza que pensé que se la iba a arrancar—. ¡Me voy a la biblioteca a sacar algunos libros! Hay biblioteca aquí, ¿verdad?

—Sí. Y, para que lo sepas, allí encontrarás miles de maneras de evadirte, si eso es lo que buscas. Maneras más saludables. Y la mayoría no dañan tus neuronas.

Dwayne se quedó con la mirada perdida un segundo, seguramente pensando en lo que acababa de decirle, o quizá la nave nodriza le estaba enviando una señal de que había llegado el momento de partir.

—Genial, tío, te veo luego —dijo Dwayne, y salió del aula. Bueno, primero se estampó contra una pared y luego salió del aula. Tonto del culo. ¿Por qué tengo la sensación de que algún día será candidato a la presidencia?

Esto sigue oliendo como una fiesta reggae. Creo que empiezo a notar dolor de cabeza. ¿Y por qué de repente tengo tanta hambre? Ahora mismo mataría por un sándwich de helado.

Fulminado por un rayo -Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora