19 de octubre

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Clovergate, día cinco: la reunión

Hoy es el día: ahora o nunca.

No he podido pegar ojo en toda la noche. No podía dejar de dar vueltas imaginando cómo sería esta reunión si no salía como yo quería.

Cualquiera puede averiguar cosas comprometedoras de otros, pero ¿cómo voy a convencer a toda esta gente de que dispongo de medios para usarlas en su contra? ¿Y si todos se niegan en redondo a cooperar? ¿Realmente sería capaz de hacer públicas las cosas que he averiguado de ellos? ¿Me creería el resto del instituto? No soy exactamente Míster Simpatía.

Podría empezar revelando la información que poseo de uno de ellos, a ver si el rumor se extiende. ¿Estarían más dispuestos a cooperar si vieran arruinada la vida de uno de sus compañeros? ¿A quién elegiría como peón? ¿Era yo capaz de arruinarle la vida a alguien? Y si lo hacía, ¿sería mejor que ellos?

La tarea estaba hecha a mi medida. Tenía que convencerlos a todos de que tengo influencia sobre el cuerpo estudiantil y también de que soy lo suficientemente despiadado como para hacer públicos sus secretos; una tarea francamente difícil cuando eres el único editor de un fallido periódico de instituto.

En clase me he pasado todo el día con espantosos dolores en el pecho y en el estómago. Estaba tan nervioso que temía irme de vareta de verdad.

No he dejado de mirar el reloj. Por fin sonó el último timbre y terminaron las clases. Había llegado el momento.

Fui a la clase de periodismo y la ordené un poco mientras esperaba. Me hacía ilusión tener invitados en mi clase. Hasta ese momento, nunca había habido allí más de siete personas. Incluso pensé en acercarme a la tienda a comprar algunos aperitivos, pero me recordé a mí mismo que aquello no era una fiesta.

Hice venir a Malerie para que me apoyara; parecía todavía más nerviosa que yo. Cogió un taburete y se sentó en un rincón de la habitación, observándolo todo desde la pantallita de su cámara.

Se hacía tarde y el fin de semana estaba cada vez más cerca. Hacía casi una hora que habían terminado las clases, y por allí no

había aparecido ni una sola de las víctimas del Clovergate.

¿Es que nadie me había tomado en serio? ¿Había logrado amenazar, siquiera remotamente, a mis víctimas y sus reputaciones? ¿Estarían todos juntos en alguna parte riéndose de mis hojas amarillas?

Transcurridos unos minutos más de preocupación, me di cuenta de que estaba sobrestimando a mis víctimas. Uno por uno, fueron entrando en el aula de periodismo.

Vicki y Dwayne fueron los primeros en llegar.

—Bueno, bueno, bueno —dije—. Ya iba siendo hora.

Me mostré reservado y tranquilo; no sé de dónde saqué esa calma.

—Relájate. Estábamos castigados —dijo Vicki.

¡Castigados! Todas mis víctimas tenían actividades extraescolares; por eso eran quienes eran. Lo había olvidado.

Claire fue la siguiente en llegar. Miró a Dwayne y a Vicki y exclamó:

—Oh, no.

A la princesa no le gustaba estar en compañía de la plebe.

Nicholas y Scott llegaron después. «Increíble, ¿Nick y Scott? ¿Llegan juntos a una reunión en la que los chantajean precisamente por estar juntos?» Pero entonces me di cuenta de que siempre van juntos a todas partes. ¿Cómo es que nadie ha sumado dos y dos hasta ahora? ¡Vaya pareja clandestina!

Fulminado por un rayo -Chris ColferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora