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Lágrimas, cain por nuestras mejillas y no eran precisamente de alegría le propina aquel  ultimo abrazo antes de tomar mi vuelo de regreso a casa.

Y dolia, dolia como los mil demonios ver como se hundía en mi pecho y me pedia en susurros que no me fuera, pero tenia que hacerlo... tan solo tenia que irme.

Sam RushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora