CAPÍTULO TRES

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Me desperté cuando la luz tibia del sol bañó mi cara por completo haciendo que mis ojos protestaran tras mis párpados. Alguien había abierto las cortinas dejando que el día se colara en mi cuarto con total libertad. Al abrir los ojos, me encontré con Elijah y Nassú observándome.

—Buen día joven Hans —saludó con cordialidad Nassú.

—Biin díi jivin Hins —remedó gracioso Elijah arrancando una sonrisa de mis labios. La primera de la mañana. Eso era un buen indicio.

Por su parte, Nassú seguía con el rostro sin expresión, quizás pensando en qué había hecho en su vida pasada para tener que tratar diariamente con adolescentes revoltosos.

—Joven Hans, son las seis de la mañana —dijo el cincuentón retomando la palabra—. El joven Elijah acaba de llegar. El desayuno de ambos ya está preparado.

Asentí con la cabeza y luego de un "Gracias", Nassú se retiró de mi alcoba.

—No cambia más esa cara de chupador de limón.

—Son las seis de la mañana Elijah, deja de molestar al pobre Nassú tan temprano.

—Diji di milistir il pibri Nissí tin timprini —remedó nuevamente mis palabras pero esta vez, haciendo comillas con sus dedos mientras hablaba.

Me cubrí la cara exasperado ante la bobería de Elijah y reí sonoramente al compás de mi mejor amigo. Cuando volví a clavar los ojos en él, le tiré una de las almohadas que tenía cerca mientras hacía ademán de levantarme. Debíamos ir a la universidad, pero antes había que cambiarse el pijamas.

Con Elijah ya fuera del cuarto, abrí las puertas de mi armario escaneando minuciosamente las prendas pulcramente dobladas o extendidas. Tomé unos jeans color caqui, una camisa azul cielo pastel y un par de zapatillas blancas, para luego dirigirme al baño y cepillarme los dientes, el cabello y lavarme la cara.

—Maldita sea —dije mientras que la bragueta de mis pantalones se rehusaba a bajar. Finalmente, venció el más fuerte y oriné como si no hubiera un mañana.

"¡SIÑIRITI HIIIIIINSSSS, IL TÍ SI INFRÍIIIIIII!" oi canturrear a Elijah por el pasillo de afuera del cuarto, y tomando mi mochila y un suéter a rayas azul, celeste y blanco, salí de la habitación rumbo al comedor.

—Tarde hermanito, tu té se enfrió.

Suri, mi hermana pequeña, se hallaba sentada a la derecha de la punta de la mesa, lugar en el que tomé asiento segundos después. Elijah, por su parte, estaba a mi izquierda devorando unos tostados de jamón y queso junto a un cortado que echaba humo como una locomotora embravecida.

—Suri, hoy te buscaré del instituto porque papá tiene una junta con el gabinete directivo —informé mientras untaba una tostada con manteca.

—Está bien, cualquier cosa te aviso...

—¿Cualquier cosa? ¿Cualquier cosa cómo cual? —pregunté dudoso. Ese tono de voz y esa mirada inocente de Suri al hablar eran para desconfiar.

—Mañana es jueves... —contestó ella, diciendo cada palabra de manera pausada, como sí yo tuviera que encontrar un significado secreto detrás de cada una de ellas.

—No me digas, ¿y eso por qué importa?

—Dah, mañana es jueves tontolote —dijo Elijah sumándose a la conversación pero sin dejar de comer.

—Sigo sin entender —Realmente no terminaba de captar a lo que se referían. Ambos me miraban como sí se tratara de algo obvio, algo que yo ignoraba completamente.

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