El jarrón de gusanos

¿Sugerencias a una Consejera?

                                                                               Jarrón III

 ¿Sugerencias a una Consejera?

  Loraine’s POV

Me siento en una esquina de mi cama y saco mi diario para escribir todo lo sucedido hoy, hasta que alguien llama a la puerta. Ni siquiera llego a levantarme y la persona que llamaba, entra.

-Hola, Loraine. Hoy oscureció rápido, ¿no crees?-

Eustace. Se trata de Eustace. El mellizo de Aeryn.

-¿Qué buscas aquí? ¿Opio?, pues no tengo más. Lárgate.

-Eres encantadora, sabes que no vine por eso-. Dice aquel inútil con una sonrisa en la cara. –He venido porque el día se acerca, y tú debes hacer algo por mí.-

Juro que yo lo estaba ignorando, hasta que dijo “mí”. -¿Qué demonios quieres ahora?- le contesto de mala gana.

-Debes…no. Mejor dicho, TIENES que hacerme un favor. No, tampoco es un favor… es una orden.- No puedo evitar reír en su cara de idiota.

-Yo no te debo nada. Y mucho menos cumplirte órdenes. Vete.- Mi expresión pierde toda calidez.

-¡Escúchame bien, idiota!- Comienza a alzar la voz éste infeliz en mí cuarto. –Mi hermana en cualquier momento comenzará a buscarse un noviecito de la realeza, y mis chances de gobernar están cada vez mucho MÁS lejos…-

-¿Es mi culpa que seas igual de inútil que ella? Entre los dos no hacen uno. Pero hay que admitir que ella es un tanto más competente que tú.- Me vuelvo completamente directa y sincera cuando me hacen enojar.

-Te sugiero que obedezcas mis órdenes. Soy YO el que juega éste juego ahora.

-Esto no es un juego. Estás tratando con el reinado de Vermessen.- Me volví completamente fría y decidí volver a ignorarlo. No pienso involucrarme con un descerebrado.

-Mira, Loraine, te diré el plan…- Dijo Eustace., y procede a contarme todo lo que planea mientras acaricio las hojas de mi diario, aún sentada en mi cama. No podría importarme menos.

-Sino haces nada de eso, todos sabrán la sucia verdad.

Es ahí cuando levanto la vista y le miro con una expresión atolondrada, pero cuando recuerdo lo imbécil que es, me relajo. –Tú no sabes nada importante. Cuando mucho le dirías a la gente que por la noche me escondo en la cocina para comer algo. Cosa que no interesa que los demás sepan. ¿Qué sabes tú? ¿Eh?-.

-Todo.

Lo miro seriamente intentando no reírme. Porque sé que nadie sabe algo sobre mí realmente. Eustace se acerca a mí y entrecerramos nuestros ojos. Nos miramos fijamente. Con la mirada, le sigo indagando. En otras ocasiones sintió miedo, pero esta vez se mantuvo firme. Toma mi rostro entre sus manos e intenta seducirme. Falla.

-Cuéntame.- Le digo.- ¿Qué parte del “todo” sabes?

-Todo.- Dijo con absoluta gravedad.

Comprendí que él no está jugando y que tal vez deba ayudarle con ese “favor”. Él se tornó nervioso nuevamente  -Tienes que impedir que mi hermana se case. O que se vuelva la reina, lo que sea. ¡Sólo písala!- dice Eustace caminando de un lado a otro en mi habitación.

-Repite el procedimiento que planeas ejecutar.- Le digo fríamente.

Se retira de mi cuarto luego de haberme contado todo lo que trama. Ya es muy tarde, todos duermen. Me siento frustrada por haber querido escribir en mi diario y que éste niño viniese a interrumpir mi ritual. Suspiro profundamente y arrojo mi diario al suelo. Subo las piernas a la cama y recuerdo a la princesa. Su infancia junto a la reina. Sus risas. Sus juegos con su mellizo cuando niños. Y ahora esto. Qué desgracia para la princesita…. Me quedo dormida.