2| EL BOSQUE

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"El Bosque"

Alysson

Con todas las miradas de los curiosos se quita las gafas que ni siquiera tenía sentido que usara, recorre el lugar con la vista y al vernos nos da la sonrisa del diablo. Esa de dientes blancos perfectos, juguetona, pícara, y sobretodo perversa.

Se detiene frente a nuestra mesa.

—Hola preciosa —Saluda a Jules, ella responde con una sonrisa incómoda, y no duda en sentarse a su lado mirándome con burla—, hermanita...

—Hermanastra. —le corrijo como de costumbre pero no le importa y se ríe. Jules está a punto de tener un mini-infarto.

Steven Morgan. Veinte y un años, estudiante de artes escénicas, obtuvo un par de reconocimientos como actor revelación del año, los niños lo aman ya que son su público principal, pero los grandes no tanto, ama poner a la gente de los nervios. La ley nos une como familia, su tía quién lo crío como su hijo se casó con mi padre cuando aún era una niña entrando en la pubertad y a pesar de que crecimos viviendo bajo el mismo techo no siempre logro confíar en él, no porque crea que es una mala persona sino más bien porque a veces siento que no es cien por ciento real, que todo él es una  interpretación más de sus tantos personajes.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto arrojándole una papita frita a la camisa, sé que le molesta que lo ensucie y por eso lo hago, me mira mal mientras se limpia con una servilleta.

—Papi Patrick me envió. No cree que sea bueno que dos jóvenes hermosas estén tanto tiempo solas en este —Mira el alrededor aburrido— lugar paradisíaco.

—¿Te quedarás con nosotras? —pregunta Jules con cierta inquietud.

—Es cierto que vine asegurarme que estén bien pero tampoco quisiera incomodarlas. —le contesta a ella pero en ningún momento deja de mirarme a mí.

Me resisto a colocar los ojos en blanco.

—Puedes quedarte con nosotras Steven.

Jules me mira alarmada, quiere que me retracte pero no puedo dejarlo botado por más que a veces quisiera. Steven hace una cara de asombro y gratitud que cualquiera que no conociera su profesión creería genuina.

—Oh... gracias... hermanita.

Si claro, Steven. Jules mastica sus papas con lentitud. Es mi mejor amiga desde niña, la conozco y aunque sé que desde hace un tiempo ha querido tener su interés, la idea de tenerlo tanto tiempo cerca le incómoda. En su mente seguramente estará sacando las probabilidades de que algo salga mal, no puede ser más controladora y eso me hace gracia.

—¿Por qué sonríes? —Me mira él con una ceja arcada.

—Estoy pensando que llegaste en un buen momento, necesitamos una mano en la casa. —Sonrío con burla tomando de mi malteada.

Me mira divertido intentando leer que pasa por mi mente. Pero Steven, Steven, no podrías estar más equivocado.

—Seré tu sirvienta solo porque sé que mueres de ganas de verme en ese uniforme. —bromea y está vez cuando le arrojo otra fritura  la palmea con la destreza de tu karateca haciéndome reír.

Una vez en casa dejo que Jules se encargue de buscarle una habitación y lidiar con él. No quiero hacerla pasar por eso pero sé que puede manejarlo, se ha enfrentado a ecuaciones más difíciles en la preparatoria y mi querido hermanastro es un sencillo dos más dos.

Ahora. Sobre la nuevas sábanas de mi cama solo puedo pensar una cosa:

Fue real.

Todo fue real.

Somos Distintos [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora