5| FOTOGRAFÍA

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Alysson

—Al menos ningúna de las dos murió bajo mi cuidado. —resalta Steven ante nuestro silencio sepulcral. Ninguna le sigue la broma y cierra la puerta después de hacernos pasar.

—Que lindas. —lo escucho murmurar alargando la palabra pero mi mente está en otro sitio.

No sé qué más debo decir. Jules tuvo un horrible ataque de pánico al no encontrarme, y yo gritaba como desquiciada hasta que ví que ella estaba en peores condiciones. Me he disculpado cientos de veces ya, pero ella nisiquiera me mira, está muy molesta aúnque sé que le tranquiliza que este bien. Sube a su habitación a toda prisa y a diferencia de Steven no intento detenerla, la conozco lo suficiente para saber que necesita tiempo para pensar y luego volverá.

Necesita su espacio. Necesita pensar. Necesita. Es lo que yo necesito. Sigo los pasos de mi amiga y Steven me llama desde el final de las escaleras.

—Alysson si ambas suben ¿quién cocinará la cena?

Me detengo en seco, girando la cabeza con la lentitud de la niña del exorcista.

—No tengo hambre y estoy segura que podrás apañartelas tú solo. Tengo fé en ti.

Esto es indignante. Me mira serio pero lo menos que me importa ahora es atender al niño mimado, además soy un desastre en la cocina. Cierro con seguro al entrar y me lanzo a mí cama suspirando.

En medio del techo blanco veo pasar todas las imágenes en secuencia de lo que pasó en el acantilado. Axel arrojó a un chico, y luego se lanzó él ¿Lo hizo por qué lo ví y no tuvo de otra? No. Algo dentro de mi sabe que esa no es la razón, que Axel no es un asesino y mucho menos un suicida, pero esa parte tampoco sabe por qué cree eso y no puedo darle la razón a ninguna sin argumentos válidos.

Meto las manos en mis bolsillos frustrada y saco un objeto que no es mío. Un bolígrafo. Frunzo el ceño girándolo entre mis dedos hasta que aparece el nombre de Axel grabado en letra cursiva y prolija.

El bolígrafo azul de Axel.

No me dió tiempo para devolverselo y se me olvido que todavía lo tenía. Presiono el botón superior para que salga la punta y escribir garabatos en mi palma, cuando en vez de eso todo a mi alrededor se desmorona en pequeños cubos fragmentados, me siento en seguida, en ellos se muestran diferentes lugares de una forma tan rápida que apenas y puedo detallarlos bien.

Primero mi habitación es sustituida por un salón de clases con objetos algo extraños, yo estoy al fondo pero nadie me nota, el lugar cambia a un invernadero enorme en que hay chicos sacando notas de plantas. Luego aparezco sobre un lago congelado, me entra el pánico por un momento al mirar hacia abajo y devolverle la mirada a mi reflejo, pero todo vuelve a cambiar. Pasa rápido pero logro distinguir como se transforma y cambia a lugares nada comunes.

Un Laboratorio, mi habitación, el bosque en el que perdí la conciencia, un riachuelo, un patio con plantas exóticas, un cuarto de análisis...

Cada vez cambia a más y más velocidad, tanto que no distingo los lugares. Estoy sorprendida pero mantengo la calma, no sé que esta pasando pero no tengo miedo. Llega un punto en el que no puedo distinguir nada. Es como estar dentro de un tornado, en el medio donde no se puede ver nada más que aire moviéndose con una rapidez impresionante. En el ojo del huracán.

Somos Distintos [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora