La Maldición de la Princesa ©

Prólogo

Cuenta la historia que hace mucho tiempo atrás, en un reino muy lejano un Rey había tenido la dicha de ser padre de una hermosa joven que llegó a la vida para acabar con otra: precisamente la de su madre, quien muere en el parto.
La muerte de la Reina conmovió a todo el reino y la mayoría de los poblanos culpaban a la princesa. La pobre niña no tuvo más remedio que crecer ante aquel odio y creer aquello que decían, que había nacido con un solo propósito: dar a luz al heredero del trono de su padre, pues solo una consecución de tal magnitud podía enmendar la tragedia que había traído consigo.
Para cumplir con este propósito la Princesa se veía obligada a casarse con un apuesto príncipe, pero ni siquiera en esta tarea la suerte estuvo de su lado. Pues su día a día parecía tan desafortunado que aquello comenzaba a ser algo que ni siquiera el mismo destino se habría atrevido a planear, y no quedaban dudas de que era obra de nada más y nada menos que una maldición cuyo origen siempre fue incierto.
Dicen algunos que una bruja malvada la hechizó cuando era una bebé. Otros dicen que la corte real en busca de venganza por la muerte de la reina había conspirado contra ella, siendo los responsables de tales acontecimientos. Los más creyentes afirman que Dios había puesto un castigo sobre ella. Y el resto, los menos creativos, decían que tan solo era mala suerte.
Permítanme decirles que aquello no parecía ser obra del destino, pues el destino no es tan cruel.
Aún cuesta creer que aquello había sido casualidad. ¿Realmente es tan difícil encontrar el amor? Se supone que el amor te hace feliz, no miserable. Entonces ¿cómo puede ser tan cruel para comportarse así? ¿Cómo puede ser tan cruel para arrebatarle a una inocente muchacha tal dicha que le provocaba? ¿Cuántas veces puede un frágil corazón romperse de semejante manera? O mejor dicho ¿Cuánto más puede soportar el corazón de una dulce joven sedienta de amor y propicia a las desgracias?