Capítulo 33: The Golden Trio.

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Cuando nos poníamos serios, nos poníamos serios, eso había que reconocerlo. Las luces de las estaciones en las que el tren se separaba le arrancaban muecas a Scott que, en realidad, no estaba haciendo. Me observaba muy serio cuando le di cuenta de lo que recordaba la noche anterior, sin dejarme nada: él yendo a buscarme al baño (vale, lógicamente, tenía que acordarme de eso, porque todavía no había empezado a emborracharme, pero quería que empezara desde el principio), dándome la botella, Bey cuidando de mí, las cosas volviéndose cada vez más y más borrosas, mi hermana con nosotros por la calle, luego, dándole un mordisco a una hamburguesa pringosa que yo también había probado, Diana mirando mal a alguien ("Era a mí", me confesó él), alguien dándole la mano a mi hermana ("Era yo", me informó para tranquilizarme, aclarándose la garganta), yo subiendo las escaleras detrás de Diana, ella acercándose a mí, besándome e invitándome a subir a su recién estrenada habitación...

-Hay que joderse-espetó él, incorporándose de un brinco y empezando a reptar entre la gente. El tren comenzó a reducir la velocidad.

-Y luego tú en mi habitación, con mi hermana, que me daba un beso. Y tú me dabas otro. Y... creo que ya está.

-¿No te acuerdas de nada? ¿No te despertaste en mitad de la noche?

-Me despertaste tú, tío.

-O sea, que no nos oíste hablar a tu hermana y a mí después de que te durmieras.

-¿Acaso debería?-gruñí. Empezaba a cabrearme tanto misterio. Nos agarramos a una barra en el momento justo en el que, con un chirrido, el vagón se detenía y las puertas empezaban a abrirse.

-Ayer, Eleanor volvió a casa con nosotros. Salimos del bar los cuatro juntos: Diana, El, tú y yo.

-Creí... que había vuelto con sus amigas y que nos la habíamos encontrado por ahí.

-Estuve con ella toda la noche.

-¿Estuviste cuidándola?

Se dio la vuelta y me miró, en sus ojos había algo que no sabía identificar. Las puertas del tren se cerraron, y la máquina echó a andar con la banda sonora de la gente subiendo las escaleras despidiéndola. Había hablado, pero no le entendí.

-¿Qué?

-A Eleanor casi la violan anoche.

Deseé que se hubiera echado a reír al ver mi cara de estupefacción, que me hubiera dado un puñetazo en el hombro y me hubiera dicho "¿De verdad piensas que dejaríamos que pasara eso?", hubiera sacudido la cabeza y me dejase atrás, invitándome sin palabras a echar una carrea.

No hizo nada de lo anterior.

Nos miramos en silencio; él esperaba a que yo reaccionara. Y yo esperaba a que él reaccionara.

-Scott...

Me puso una mano en el hombro y me dio un apretón afectuoso. El típico apretón de hermano mayor que sabe que te estás portando mal, y que te mereces la bronca de tus padres, pero no una bronca tan fuerte.

Todo el mundo nos miraba, pero a mí me daba igual, porque no nos miraban por la razón adecuada. Nos miraban porque les sonábamos de algo, porque los londinenses, a pesar de jurar estar muy por encima de esas cosas terrenales, en realidad adoraban compartir andén con alguna celebridad. Y aún más con los hijos de sus celebridades. Ellos encumbraban a unos pocos privilegiados a cambio de unos instantes como esos.

Chasing the stars [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora