Prólogo

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  Otro día. 

Otro día amargo en el psiquiátrico. Está nublado. Y huele a lluvia.Aquí llueve casi siempre, así que no es de extrañar. Me gustaría deshacerme conlas gotas de lluvia. Que en vez de deslizarse por mi piel y mi pelo, consiguieranque me derritiera y me hiciera tan, tan pequeño, que llegara a desaparecer. Pero elagua no es tan buena, y se queda fuera, y no me hace daño. Es como los médicos.Hacen lo que creen que es mejor para mí, y no lo que realmente necesito. Yo no necesito medicamentos, ni gente regalándome palabras prometiéndome una vida mejor, pero completamente vacías de sentimiento. Yo sólo necesito estar en calma, cerrar los ojos y olvidarme de todo. Quiero dejar de ser Luzbell... Quiero que me dejen en paz de una vez. 

Pero, claro, eso no entra en lo que es "mejor para ti". Qué va. Es mejor inhibir mis sentimientos con químicos sacados de vete a saber dónde. Suprimir mis verdaderas emociones y que, desde el mismo momento en el que me olvide del medicamento, todas salgan de golpe y arruinen el falso mundo que me habré creado para entonces. Porque para eso sirve un antidepresivo, por ejemplo. No te quita la depresión, te da una falsa sensación de alegría que te abandonará de un momento a otro. No es mucho mejor que las drogas que nos dicen que son malas,¿no? La única diferencia es que una nos mata y la otra no, o eso creo. Aunque...me imagino que habrá gente tan triste que lo necesite para tener (o creer que tiene) una razón para seguir viviendo y no pegarse un tiro en la cabeza o colgarse de una soga. 

Ay... Nuevamente, me estoy yendo por las ramas. Perdóname. 

Observo a mi alrededor la cantidad de enfermos mentales que hay aquí fuera. Este hospital es raro. Tiene un jardín permanentemente vigilado, donde  nos dejan salir cada cierto tiempo. Y, en parte, se agradece, puesto que he oído de hospitales en los que los pacientes salen solamente para ser tratados. Eso debe de ser triste. Que yo no soy quién para hablar de qué vida es la más triste. Pero es triste.  

Me levanto del césped sobre el que estaba tumbado y me observo a mí mismo. A esto se ha limitado mi existencia últimamente. A ropa interior, una bata blanca y una pulsera para identificarme. Ah, y un ojo de cristal que me pongo de cuando en cuando. Y mi parche. ¿Sabías que los enfermeros me llaman El Pirata? Y eso que no soy un paciente problemático (eso es lo que creo, al menos). Esto me es aburrido... Todos los días aquí son iguales. Habitación, terapia, jardín,comedor, habitación, jardín, habitación. Todos. Y me cansa. No hace más que atenuar mis pocas ganas de vivir. O mis nulas ganas de vivir, ya puestos. Veo amis compañeros de hospital tan apáticos y dementes como yo... tan fuertes en el exterior, pero su persona es tan frágil... Me duele verlos. Me duele verlos porque sé que yo estoy en el mismo estado, que yo no estoy mejor. Aquí todos estamos en las mismas. Aquí nadie tiene más ni nadie tiene menos. Todos estamos locos.Todos estamos enfermos... Y yo el primero. 

No me apetece seguir viviendo. Es tedioso. 

Me dirijo a mi habitación, acompañado de uno de los "gorilas" que se encargan de mantener el orden en este edificio que llaman psiquiátrico. Hoy no he hecho muchos avances en la terapia, aunque el doctor no cesa de decir lo contrario. Siempre fuerza una sonrisa y trata de decirme que todo está bien, que he avanzado mucho y cada vez queda menos. Mentiroso. Veo ese reflejo en sus ojos que delata todo lo contrario. Hay enfermedades que no se pueden curar por mucho que uno pelee contra ellas... Y una mente rota como la mía es una de ellas.Es como los corazones. Puedes intentar arreglarlo. Y puedes hacerlo bien, perolas grietas continúan ahí. Y no hay manera de borrarlas del todo sin cambiar por completo el corazón. 

Lo siento, doctores, pero es así. Da igual las medicinas que me recetéis.Estáis aliviando sólo mi dolor. No la enfermedad. Son analgésicos, en cierto modo... ¿Me equivoco? 

—Estoy totalmente ido, ¿no es así? —digo, con voz queda, mientras levanto la vista para mirar el rostro del dos-metros que me observa desde arriba. 

El Gato, la Pica, y el Tuerto (EN LIBRERÍAS).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora