-¿Lo sigues intentando, Luzbell? -interrumpe una voz.
¿Qué...?
No veo nada, no huelo nada, no siento nada... pero escucho esa voz otra vez. Esa extraña voz de cuya procedencia no soy consciente. Quiero mirara todos lados, pero todo está negro. No sé lo que es arriba o abajo. A un lado oa otro. Ni siquiera el norte o el sur. Estoy totalmente desorientado.
-¿Por qué no abandonas, Luzbell? ¿Realmente vale tanto la pena?
-¿Quién eres? -le pregunto.
Un destello de luz me ciega por un momento, y me hace cerrar los ojos.Y, aún así, puedo ver un color rojo intenso a través de mis párpados. Pero no siento la calidez lumínica en lo absoluto. Muy al contrario, todo lo que siento es frío.
Cuando abro los ojos, un peculiar y pintoresco panorama se extiende ante mí.
Árboles muertos, negros, aparentemente calcinados, alzan sus desesperadas ramas hacia el cielo, como si suplicaran ayuda a algún ente indescriptible. Las nubes del cielo son tan oscuras y densas que parece de noche,y me siento desprotegido. Observo mi propio cuerpo. Sigo llevando la ropa de cama. Pero no estoy en mi cama. Estoy cien por cien seguro de que ni siquiera estoy cerca del asilo.
-¿No estás cansado? -susurra otra voz a mi oído, con un aliento fresco.
Sobrecogido, me aparto rápidamente y me doy la vuelta, para descubrirla cara del que sea que me ha hablado ahora mismo.
Es... un chico. Pero, a pesar de que es alto de narices, no debe de pasar mi edad. Puede que sea más joven que yo, incluso. Su piel es de un tono pálido, y su rostro, ovalado y perfilado. Su nariz es recta y no muy chata, muy alargada tampoco. Su cabello blanco le cubre la cabeza en suaves ondas, y sus grandes ojos, de un negro profundo, oscuro, intimidante están enmarcados por pestañas blancas como la nieve. Va vestido totalmente de blanco... Y esa blancura lo hace resaltar de manera casi dolorosa sobre el entorno. Casi brilla con luz propia.
-Cansado... ¿De qué, realmente? -respondo.
Mi boca habla sola. Sé que ese chico es peligroso. Muy peligroso.Sin embargo, mi cuerpo permanece inmóvil. Me limito a respirar. Y apenas me atrevo a llenar del todo mis pulmones.El chico suspira, y se acerca, con esos oscuros orbes examinándome, escrutándome y evaluándome, no centímetro a centímetro, sino milímetro a milímetro. Busca cada detalle sobre mí y no se deja atrás ni uno solo. Tras eso, da varios pasos para acercarse a mí, haciendo crujir sus botas con la hojarasca del suelo. Quiero correr, gritar, huir, pero mis piernas dan, sin yo desearlo, un paso hacia él. El Chico del Pelo Blanco abre los brazos... Y merodea con ellos en un fraternal abrazo, mientras me acaricia la cabeza con una de sus manos enguantadas.
-De las medicinas... De los médicos... De todo... -escucho que dice,mientras hunde mi cabeza en su pecho suavemente -¿No estás agotado de todo eso, mi joven Luzbell? Mírate...
Me separa levemente de su cuerpo para sujetar suavemente mi barbilla y alzar mi cara, para ponerla frente a la suya. Casi noto su respiración en la punta de mi nariz. Y esos ojos negros que, más que atraparme, me absorben.
-Ya estabas destrozado... pero ahora... -chasquea la lengua y desliza un pulgar por mis labios -¡Mírate ahora! Estás masacrado, Luzbell... Pero... no pasa nada...
Toma mi rostro con ambas manos, y lo va acariciando poco a poco.
-Da igual lo que tomes, o quién intente apartarte de mí...
Baja ambas manos hasta mi mandíbula y posa sus pulgares en mi boca. Mi corazón late como loco de puro terror. Quiero huir, eso lo tengo más que claro. Quiero empujar a este chico e irme. Sólo quiero que me dejen en paz.
-Da igual el número de habitación en el que te metan.
Se acerca tanto que su nariz y la mía casi se rozan. No aparta su mirada oscura de la mía, azul, y me sonríe.
-Te encontraré... Te rescataré... Da igual quién te diga lo contrario.¡Me perteneces, joven, hermoso Luzbell!
Sus manos descienden hasta mi cuello...En ese momento siento cómo aprieta y me empieza a faltar el aire. Su sonrisa, permanece serena, tranquilizadora, como si no hiciera nada, realmente.Boqueo, varias veces, en un intento fallido de tomar aire. Y noto cómo mi mirada va adquiriendo un tono carmesí.
-Te sacaré de ese infierno de pastillas, cables y gritos... De esa cárcel sin cadenas en la que te han encerrado, Luzbell. Y, no te preocupes... Tú y yo estaremos bien...
Noto cómo mi corazón, poco a poco, va dejando de latir.
Esa frase es lo último que escucho.
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El Gato, la Pica, y el Tuerto (EN LIBRERÍAS).
FantasiaHan pasado tres años desde la dolorosa vuelta de Luzbell al mundo real. Todo su ser está destrozado. Está solo, y lo único que le queda es ver los días pasar mientras él sigue encerrado entre muros y paredes, con su propio sueño como único analgésic...