Capítulo Dos.

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II.

Al llegar a su casa, ella me miró y me regaló la más amplia de sus sonrisas, yo también le sonreí. De repente todo volvía a ser como antes, se estaba bajando del vehículo, pero entonces se acercó a  mí y me abrazó después se bajó  del vehículo. Espere a que pasará la valla y estuviera debajo del umbral de la puerta, le hice adiós agitando la mano y ella me imitó.

La despedida siempre era difícil, aún qué cuando llegue a mi casa tenía un mensaje de ella, en donde me daba las buenas noches y otra vez volví a ser feliz; dormí con una gran sonrisa en mis labios y desperté del mismo modo.

Por la mañana tenía otro mensaje.

"Hola chico virgen, estaba preguntando si hoy nos veríamos quizá podríamos ir por ahí"

Sonreí al leer la primera oración, me había ganado un apodo gracias a mis ocurrencias de ayer aun que igual me parecía gracioso le respondí de inmediato.

"¿A qué hora paso por ti"

Ella respondió casi de inmediato.

"11:00 am"

Miré él reloj y apenas eran las nueve de la mañana así que me levanté casi al instante después de responder su mensaje y comencé con la rutina matutina. Mientras pensaba en dónde podíamos ir, o que podíamos hacer.

.

Cuando estuve enfrente de la universidad ella me localizó rápido con la vista y me hizo una seña con la mano y sonrió mientras hablaba con otra chica después se despidió de ella y camino hacia mi. Y estaba observandola como lo hice la primera vez que la vi, aun aparentando ser una niña, en octubre tendría veintiún años quizá era su estatura o que seguía siendo muy esbelta, pero de una forma más saludable que la hacía verse como una niña, en fin a pesar de eso para mi era la persona más hermosa.

—Hola, ¿A dónde iremos hoy?
—Creo que es tu turno de elegir.
—No se, hoy es viernes y mañana no tengo clases, no sé en donde debería estar un viernes por la tarde.
—Quizá deberías ir a dejar tus cosas de la escuela y podríamos luego solo conducir hasta perdernos.

Ella asintió mientras conducía por el camino que iba a su casa, cuándo llegamos me hizo pasar y me senté en la sala, ella se dirigió a su habitación.
Estaba tan sumido en mis pensamientos, pero entonces me llamaron la atención las fotografías, que estaban cerca de la entrada, acomodadas en un estante. Me levanté de sofá y camine hasta ahí, la primera foto, era de la de una mujer con una bebé en sus brazos, y a lado de ellas también estaba su padre, la segunda era la de un bebé, enfrente de un pastel de cumpleaños, la segunda era de una niña de cinco o seis años enfrente del castillo de Disney world. Las fotos continuaban, hasta una última foto en dónde ella se veía más pálida, un poco enferma. Sostuve esa foto y comencé a analizarla.

—Si te lo preguntabas, en esa foto tenía trece años.
—Si, me estaba preguntando cuántos años tenías en esta foto—, la volví a dejar en el estante y mire a verla. Luego observé la casa—¿Por Qué vives aquí, sola?
—Esta es la casa, en dónde pasé mi infancia antes de que mi papá me llevará a vivir con él y mis hermanos.
—¿Cuándo regresaste?
—Hace un año y medio. Cuándo empecé a estudiar en la universidad.
—¿Y antes en dónde estuviste?
—En Escocia.
—¿Escocia?—ella asintió, pero no dijo nada más.

Yo me moría de ganas de saber que estuvo haciendo todo este tiempo en Escocia, pero por su rostro y por la forma en como lo dijo, no parecía ser una buena idea.

—¿Entonces donde es por ahí?
—Quieres ir a dar un paseo ya sabes caminar.
—Suena bien.
—Pero quiero que lleves algo de ropa, pretendo estar contigo todo el día.
—¿Solo hoy?
—Podría ser todo el fin de semana si quieres.

Ella me miro un poco sorprendida pero sonrió, y asintió regreso a su habitación y regresó con una pequeña mochila.

—Entonces vamos.

Ahora regresamos a mi coche y conduje hasta el Kensington Gardens, que es un jardín y parque en la ciudad.

—Nunca había venido aquí.

Llevamos al menos dos horas ahí platicando de como le iba en la escuela y de cosas sin importancia cuando llegamos al lago.

—¿Porque?
—Mi mamá siempre estuvo ocupada y mi papá nunca tiene tiempo para estas cosas.

Nos sentamos sobre el pasto a unos escasos metros del lago y miramos en silencio la tranquilidad del lugar. No me molestaban los silencios mientras ella estuviera a mi lado.

—¿Porque te quedas callado?
—No sé, pensé que quizá dirías alguna tontería.
—No se me ocurre ninguna tontería en este momento.
—¿Te estarás enfermando? De cada tres cosas que dices, cinco son tonterías.
—También puedo ser seria.
—A puesto lo que quieras que no puedes verme por dos minutos sin reirte.
—Tu harás que me de un ataque de risa, con los gestos que haras.
—Prometo que no haré gestos.
—Esta bien.

Entonces se puso seria y yo también, no hacía ni un solo movimiento fácial, pero  ella estalló en una risa muy escandalosa.

—Solo pasaron cinco segundos antes de que empezarás a reír.
—Lo siento es que,—estaba riéndose otra vez—No se porque tu expresión me dio risa.
—No tenía ninguna expresión. Estas insinuando que mi rostros te da risa.

Contuvo el aire mientras intentaba no reírse hasta que al fin respiró y se calmo un poco.

—No, como crees tu rostro no me da risa.

Me reí un poco y ella se acerco a mí y otra vez miramos hacia el lago, apoyo su cabeza en mi hombro y nuestras manos se encontraron.

—Tus manos están frías—empezó a reír una vez más—Y así es como se rompe el  romance.
—Las tuyas están tibias.

Ella sonrió y nos miramos antes de volver a la posición en la que estábamos ella con su cabeza apoyada en mi hombro y muestras manos entrelazadas.

Solo estaba pensando en lo bien que me sentía desde que la había visto y aún que solo estábamos sentados en silencio mirando un lago era perfecto.

Cuando decidimos que era tiempo de irnos, pasamos a comer.

—La próxima semana tendré muchos exámenes y espero que mañana sea igual de divertido que hoy.
—Te aseguro que será un buen fin de semana.

Cuando llegamos a mi casa le di a elegir entre mi habitación y la otra habitación pero eligió quedarse conmigo y eso me hizo bien.

—¿Y, ya? ¿Eso es todo? Dougie te vas a dormir a las diez de la noche en un viernes.

Miré a verla y me rei.

—Bueno tu ya te has puesto la pijama.
—Si, porque tu ya estas en la cama.
—En realidad no se me ocurre que más hacer un vienes en la noche cuando esta a punto de llover.
—Es verdad, pero a mi se me ocurren algunas cosas.
—Menciona una que no implique salir y terminar con un resfriado por salir a la lluvia.

Se sentó en la cama y me mal miro. Yo me rei de ella.

—¿Y entonces?
—No se me ocurre nada en donde no tengamos que salir. Pero creo que podríamos ver películas de terror.
—Eso suena más razonable que saltar muros bajo la lluvia.
—¿Como sabes que pensaba algo como eso?
—¿Estabas pensando en eso?
—No, pero fue algo similar.
—Estas loca.
—Pensé que ya lo sabías.

Así que hicimos palomitas de maíz y llevamos algunas golosinas y regresamos a la habítacion, en donde ella se acomodó a mi lado.

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