Capítulo 5: Viktor Jakov

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Cansada

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Cansada. Sentía mi cuerpo como un peso muerto. ¿Inconsciente otra vez? Debería empezar a acostumbrarme. Durante todo este tiempo, he permanecido sumergida en mis pensamientos. Todo lo que me ha ocurrido hasta ahora da que pensar.

Algo empieza a perturbarme. Siento cómo una presencia se adueña de mi mente.

-Hola Emily- alguien susurra dentro de mí -No tienes por qué preocuparte, papá te está buscando. Pronto estaremos juntos.- la última oración hace eco en mi interior y se va desvaneciendo lentamente.

Los ladridos, que parecen provenir de mi perro, me sacan de aquel trance. Abro los ojos dando una bocanada de aire y aferrándome a la camiseta de quien, al parecer, me llevaba en sus brazos, Alexander.

Miro a mi alrededor, desorientada. Ya había anochecido y estrellas resplandecientes ocupaban el poco cielo que el follaje de los árboles dejaba ver. Jane sujetaba la correa de Shiva con fuerza, mientras este hacía lo imposible por abalanzarse sobre la persona que tenía un arma apuntando a la cabeza de Oliver, a la vez que él posaba la gran mochila que parecía portar y levantaba las manos sin una pizca de preocupación.

No sé cuánto tiempo llevaba sin conciencia, pero me he despertado en un momento notablemente complicado. Pude escuchar como del interior de Alexander salía un ¿gruñido?

-¿Quién es?- murmuré, tratando de hablar. Pero mi voz sonaba rota.

-Soy yo, cariño, tu tía Lynn- la mujer me miró con una sonrisa para tranquilizarme.

-Lynn...- dije, con una sonrisa nostálgica.

-¿Cuánto tiempo pretendéis continuar con esta actuación?- sentenció Oliver, que de un movimiento veloz, giró la muñeca de Lynn apuntando hacia ella y finalmente, apretando el gatillo.

-¡No!- grité desesperada mientras su cuerpo caía al suelo.

Me revolvía en los brazos de Alexander, intentando liberarme de la fortaleza que estos habían formado.

Furia, ira, odio, todo aquello corría por mis venas. Notaba como mi cuerpo estaba cambiando, algo dentro de mí quería salir a la luz.

-Cálmate- susurró Alexander con una voz ronca, apretándome contra su cuerpo. -No dejes que te domine.

Giré la cabeza y levanté la mirada para ver que, aquellos ojos que una vez fueron verdes, se habían tornado de un rojo como la sangre, brillantes bajo la luz de la luna.

No sé qué es lo que me está ocurriendo, pero ya es la gota que colma el vaso.

Alexander dejó de ejercer presión sobre mí ya que dejé de poner resistencia. Él, de alguna forma estaba logrando que mi cuerpo se relajase. El dolor que sentía se iba disipando.

Me sujetó, ayudándome a caminar hasta el coche que estaba aparcado entre los árboles. Abrió la puerta trasera y me subió al asiento.

Jane se sentó a mi lado, invitándome a apoyar la cabeza sobre su regazo para descansar. Oliver, una vez que había terminado de apartar el cuerpo sin vida de Lynn, subió a Shiva al maletero, que conectaba con los asientos traseros, y después se sentó en el asiento del conductor.

Lupus Dei: Child of the Moon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora