Un cigarrillo antes de morir.

CAPITULO IX

El forense me condujo donde se encuentra el cadáver de Karen. Un cuarto gris esterilizado gracias al aire acondicionado que no solamente limpia y desinfecta las bacterias que se pasean por el ambiente,sino que ademas, transporta el olor del formol de un lado para otro como olas pestilentes.Instrumentos salidos de una película de terror adornan una mesa metálica que se encuentra en una esquina de la habitación;al parecer recientemente usados en alguno de los cuerpo que se encuentran encima de camillas también metálicas.Los cuerpos están tapados hasta la cabeza,exceptuando uno que está acobijado hasta la altura del tórax.

— Me podría dejar sólo—le dije al forense 

Me miró desconcertado y cómo respuesta le fruncí el ceño.Caminó hasta la puerta y se detuvo.

— El esposo ya hizo el reconocimiento.Ahora mismo está haciendo las diligencias para recoger el cuerpo.  

— Entiendo.Por favor le dice que necesito hacerle unas preguntas.Es cuestión de protocolo.

— Sí,detective—salió.

Me acerqué al cuerpo destapado y sentí como si el cosmos se redujera a la simple habitación.En la camilla la lividez de Karen se nota mucho más.Está pálida como un espectro.Sus cejas parecen como si fueran pinceladas; el rostro  se encuentra un poco hinchado,los parpados parecen dos hoyos negros y en los labios,las ranuras se asemejan a canales secos.Tiene el pelo echado hacia los lados recogido en coletas dándole un aspecto de muñeca desabrida.Aun así, su belleza pareciera que no quisiera abandonarla.

Le beso la frente y percibo en mis labios otra persona.Pero es éso lo que hace la muerte.Te hace sentir diferente a tus seres queridos y todo lo que era y pudieron ser.Luego,la contemplo fijamente por un largo tiempo haciendo que su rostro,después de unos cuantos minutos se distorsione.Acto seguido,tomó una de sus manos y observo el corte profundo y perfecto.Una cosa blanca,lo que supongo son los tendones, sobresale a la vista .Después de ese corte,le habrá costado mover los dedos estoy seguro.Siento su rigor mortis y no recuerdo haber sentido sus manos tan frías. Siempre eran cálidas como si mantuviera una taza de té entre las manos.

La vida constantemente me ha enseñado que somos efímeros.Momentáneos.Pareciese que nunca llegáramos a tener un fin,pero cuando menos lo esperas ,estás en el ultimo suspiro.Lo que no me agrada de ésa idea es la manera en cómo te la hacen recordar.Siempre creí,desde niño,que mi familia estaría bastante tiempo conmigo,por lo menos hasta que que mis padres conocieran unos lindos nietos.Pero,un día regresas del paseo familiar y en la carretera,un hombre con alto grado de embriaguez conduce a 130 por hora.En una curva pierde el control y choca contra la familia.Sobreviven dos de los pequeños,la niña menor y el hermano mayor.La madre,el padre,y el hijo del medio fallecieron al impacto;a secas,sin agonía,sin sufrimiento,transitando de la vida a la muerte en un paso.A veces recapitulo aquel día, y doy por hecho que la vida de mis padres y de mi querido hermano fueron fugaces.Ahora nuevamente la vida me trae consigo tan desgraciada pedagogía.Desde que conocí a Karen, la tristeza que albergaba dentro de mí y la repugnancia que salía a flote cuando veía que el mundo sugería limpieza y que yo ,era capaz de llevarlo a cabo,fue pasando a un segundo plano.Karen pasó a ser mi meta primordial.Porque con ella el mundo contenía un aire distinto.No era el mundo tras los barrotes de hombres que causan daño.No ,ya no.Era el mundo con promesas.Un mundo de ojos azules y de labios rojos que vociferaban esperanza .Y yo quería esa certidumbre,poder tomarla y agarrarme fuerte para que me salvara.Quería salvarme y ella lo estaba logrando.Pero somos breves,cortos,pasajeros en una existencia que corre a 130, y que no para, a menos que seas un mundo fugaz.

Cuando salí del cuarto frió me dirigí exactamente hacia la pequeña sala donde suele estar los familiares de las personas fallecidas.Ahí se encontraba el hombre de pasivos ojos verdes.Luego de examinarlo bien caí en cuenta que era el esposo de Karen.A diferencia de las fotos que ví,el hombre ante mí es muy delgado.Los ojos sonrientes que divisé en la foto de su boda ahora carecen de brillo y parecen adormilados, como si estuviera cansado de todo.