¿Se han ido?

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-¿Te duele?- negué con la cabeza. Empezaba a frustrarse, cuando se hartaba de topar con pared tantas veces luego de intentar buscar una salida, mordía la goma de sus lápices o el resto del objeto. Se jalaba la oreja izquierda varias veces o empezaba a caminar en círculos.

¿Tanto conocía a Farlan?, ¿por qué esos detalles no se habían esfumado, como el resto de mis memorias? Bueno, aún si mi cerebro estaba podrido, parecía que estaba funcionando de nuevo, en parte...

No lo entendía, y él tampoco, por eso estaba tan molesto.

-...¿Todo en...orden?

-No estoy seguro. Ya he hecho pruebas de sangre, de ADN, y también comparaciones. Está...muerto, es como si nada, nada funcionara como debe hacerlo, pero tú eres una excepción. Los demás extraños están como programados para buscar alimento, atacar, morder, no reaccionan a estímulos naturales. No hablan, no hay nada en sus ojos...- me miró y luego siguió caminando, buscando entre sus notas. -Pero tú Hat, a pesar de que tienes el mismo virus, la misma enfermedad, no...no eres como ellos. Sí, tienes hambre, que parece ser su única prioridad, pero no has intentado comerme. 

-Nunca lo haría.- fruncí ligeramente el ceño y Farlan rió, desviando la vista con nerviosismo.

-L-Lo sé, lo siento... Es sólo que no comprendo. Si pudiera saber qué hay dentro de ti que te hace diferente, podría...

-¿Salvarlos?

-No lo sé. Eso suena demasiado grande. Podría hacer una vacuna y evitar que otros sean contaminados, pero a los extraños...- su voz se quebró.

Farlan, ¿por qué estás tan triste?

Me levanté de la silla en la que estaba haciendo las pruebas y me acerqué para abrazarlo. 

Silencio. 

Afuera hubo una explosión, gritos que parecían más el sonido de una manada de animales, puesto que emitían guturales y furiosos gruñidos.

-¿Ani...males?

-¿Puedes creerlo? También han sido infectados. He ahí otro problema; cada ADN es distinto, único, y el de los animales varía muchísimo. Identificar cómo los ha afectado el virus, y cómo revertirlo, es otro problema con el que debo lidiar.

-...No tienes...que salvar el mundo... No solo.

-¿Quién va a hacernos segunda, Hat? Antes era más fácil, con Quin y Dae...- repentinamente, la mención de esos nombres me provocó un mareo extremo.

Fue extraño, doloroso.

Sentía miles de agujas clavándose en mi cabeza, palpitaba de dolor y las piernas dejaron de sostenerme. Fue como si me...hubiera apagado. 

Los recuerdos aparecieron abruptamente en mi mente: cada imagen con ellos, las experiencias, tanto buenas como malas... Sólo regresaron como un torbellino, uno que, al parecer, me hizo gritar.

-¡¡HAT!!- me levanté de golpe, mirando a mi alrededor, desorientado.

No podía respirar profundo para calmarme, pero Farlan estaba ahí, asustado, y entendí que debía serenarme.

No era un buen momento para entrar en pánico.

-Dae...y Quin, ¿dónde...?

-¿Los habías olvidado? ¿Qué te pasó?

-Sí, creo...que sí...pero los recordé. Y fue doloroso... Sólo volvieron, ¿qué...les pasó?

Silencio.

Silencio.

Farlan, ¿por qué estás llorando?

-Si tuvieron suerte, ahora están en un lugar mejor.- contestó en voz baja, mirando la única cosa letal que había en la habitación: una pistola sencilla.

Not exactly a Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora