Comenzar por el principio es lo mejor en cualquier historia, así que; ahí estaba yo, en medio del salón de clases, hablando con Chris, el niño nuevo al que sólo yo podía ver, mientras los demás niños creaban un circulo a mi alrededor, manteniendo la distancia, parecía que de pronto me habían crecido ocho brazos y me salía fuego por la boca; la verdad es que ahora hasta los entiendo ¿Quién querría acercarse a la niña que habla sola? La señorita Pérez se limitó a verme como bicho raro y reunirse con mis papás al día siguiente para hablar de mis problemas mentales y futura terapia.
Mis padres se mostraron muy comprensivos y limitaron todo mi episodio a una jugarreta de críos, así se lo hicieron saber a la profesora.
Después de la charla de mis papás con la maestra y la directora de la escuela, no hubo castigo o confrontación hacia mi, simplemente lo dejaron ser, pensando que si nadie mencionaba mi "incidente" se olvidaría con el tiempo, pero no fue así; mis padres, compañeros y maestra tal vez lo olvidaron, pero yo no, no podía deshacerme de mi mejor amigo.
Ese día aprendí que no debo pensar en voz alta, los pensamientos van en la cabeza y ahí se quedan. No me malinterpreten, no soy una lunática o algo por el estilo, tampoco sufro de esquizofrenia. En aquel momento tenía tres años, fue la primera vez que me percaté de que Chris existía, por llamarlo de una forma, porque los amigos imaginarios sólo existen en tu cabeza ¿o no?
Bien les explicaré como funciona esto exactamente, no tengo alucinaciones y nunca las he tenido, como ya dije no tengo esquizofrenia o alguna otra enfermedad mental y/o neurológica, si quiero que Chris aparezca simplemente lo hace, pero en mi imaginación; vamos ustedes tienen imaginación así que saben como funciona esto, las cosas solo aparecen en tu cabeza, a voluntad la mayoría de las veces.
¿Identifican esa voz que aparece en su cabeza cuando están leyendo algo o cuando tienen algún pensamiento? Bien pues yo tengo dos vocesillas, la mía y la de Chris, me gusta imaginarnos como a los pequeños ángel y diablo que aparecen en las películas o en los dibujos animados sobre los hombros del protagonista, saben a lo que me refiero ¿no?
Pues ahora sólo imaginen a una chica castaña de un metro sesenta, cabello rizado y sonrisa radiante; y a un chico de metro setenta y cinco, ojos como almendras, cabello y barba negros y una sarta de tatuajes en los brazos. Sí, tatuajes, no pregunten el por qué, simplemente cuando crecimos mi amigo se hizo adicto a los tatuajes, no es como si yo controlara su personalidad, mi imaginación es tan genial que le dio una personalidad propia a mi amigo, tenemos muchas cosas en común más no somos idénticos, sería la mar de aburrido tener un amigo imaginario idéntico a ti, no tendría caso siquiera haberlo imaginado, hasta cierto punto somos independientes el uno del otro. Por ejemplo; él sólo conoce los pensamientos que yo quiero que conozca, o mejor dicho, él sólo escucha los pensamientos que yo le quiero compartir y supongo que me pasa lo mismo con él, deberé preguntárselo.
Si han llegado hasta este punto tienen más clara la idea de mi y Chris, aunque aún hay detalles que faltan por definir.
Algunas veces me pongo a charlar con el chico a mitad del día, ─No, no soy de las personas que va por la calle hablando y respondiendo sola a sus preguntas.─ Esto es más bien como cuando estás en el transporte público y olvidas tus audífonos y el libro que estabas leyendo, o simplemente no tienes nada que hacer y tu mente termina divagando y hablando consigo misma; eso pasa con Chris y conmigo, cuando mi mente divaga lo crea a él y nos ponemos a charlar.
Tengo 22 años y estudio la licenciatura en artes plásticas, además del chico imaginario, mi vida es bastante corriente, voy a la universidad, pongo todo mi empeño en ella, tengo dos mejores amigos, ─sí, reales.─ Soy hija única, ─creo que por eso invente a Chris.─ Como sea, la intensión de esto es que conozcan lo que pasa entre mi amigo imaginario y yo.
Por si se lo preguntan Chris también va a la universidad, sólo que el estudia mecánica automotriz, además tiene 24 años y una novia odiosa.
─¿Qué? Ya dije que uno no controla su imaginación.─ Lo sé, lo sé, se trata de mi cabeza, bien podría borrar del mapa a la estúpida noviesita, pero creanme lo he intentado, oh si que lo he intentado, pero la muy arpía se resiste a dejar a Chris así como así. Me encantaría que Chris fuera real, la perfección no existe, eso lo tengo más que claro, pero mi relación con el chico es lo más parecido a ella, lo único que falta es precisamente que el exista, o al menos poder contarles a mis amigos o a mis padres que el existe, que siempre está ahí, que incluso me ha ayudado a elegir sus regalos de cumpleaños, al parecer los conoce tanto o más que yo.Por obvias razones nadie además de mi sabe de la existencia de Chris, la única vez que se lo conté abiertamente a alguien ─mi psicóloga, ex-psicóloga mejor dicho─ por poco y termino en un psiquiátrico, medicada y como un zombie, así que no, ninguna persona puede averiguarlo. ¡Jamás!
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El chico de mi imaginación
RomansaJane sueña siempre despierta, a pesar de ya no ser una niña se comporta como una, a tal punto de que no ha olvidado a su amigo imaginario, habla con él todas las noches antes de dormir e incluso a lo largo del día. Chris es su mejor amigo y su mayo...