Interludio

27 3 0
                                    

Ese día había sido maravillosamente imperfecto, mis días siempre son llenos de luz y entretenidos, pero aquel día mi ángel de la guarda estaba dormido y de mal humor, puesto que se propuso darme el peor de los días en lo que iba del año.

Era un día como cualquiera; salí de casa, tomé mi auto para dirigirme al empleo de verano en el taller de mi padre, el día transcurrió sin incidencias, llegó la hora de salir y no demoré un minuto; fui el primero en abandonar el taller.

Conduje por la avenida, me aseguré que el semáforo estuviera en verde al momento de girar hacia una calle lateral. De pronto, la vi, una niña de cabello castaño. No sabia porque pero había algo en ella que me parecía extrañamente familiar y reconfortante, la seguí con la mirada, un cajero automático se alzaba unos pasos adelante, supuse que dirigiría su camino hacía allá, así que aparqué el auto al frente de este y no bajé de él hasta que la chica entró al cubículo donde se encontraba el aparato.

Unos doscientos o trescientos metros en dirección contraría a donde me encontraba vislumbré un autoservicio, por lo que entre allí simplemente para observar a la chica sin ser visto, en eso me encontraba cuando de pronto la niña se percató de mi coche estacionado frente a ella y al parecer no dio crédito a lo que sus ojos vieron, un mustang rojo con franjas blancas, no era el mítico '67, pero era un mustang. 

Cuando terminó de babear el cofre de mi auto, entró al autoservicio. Fingí que buscaba algo en el estante que se encontraba a mi lado derecho, sin despegar la vista de ella alargué el brazo y tomé una pequeña caja de "algo", una mujer que se encontraba en el mismo pasillo que yo, me dirigió una mirada significativa, sonreí de lado y bajé la mirada a mi mano, ─¡TAMPONES!─ Había tomado una maldita caja de tampones. Coloqué la caja al asar de nuevo en el estante y me alejé por el pasillo hacía camino a la salida, al pasar por el lado de LA chica fingí que no la veía, pero mis ojos se desviaron automáticamente a su sonrisa. 

Subí al auto justo antes de que comenzara a llover, ─genial con lo mucho que me agrada la lluvia─. Dirigí el vehículo en dirección a la autopista, con la lluvia cada vez más torrencial, de pronto caí en un bache y mi neumático se pincho, ─perfecto─ tuve que cambiar el neumático con el cielo cayendo a pedazos sobre mí.

El chico de mi imaginaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora