Pensé que estaba solo...

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Mientras me presentaba pensé: ¿Tan inquieta es la vida?¿Tantas vueltas da el destino? ¿Tan dinámico es el universo infinito?
Todo aquello que solía hacerme mal en parte generó que yo volviera a renacer en el amor (así como lo hace un Ave Fénix en las cenizas pero yo en el amor), motivó mis inquietantes hormonas de mi cuerpo a que pueda seguir amando, me llevó a que volviera a creer en todo lo que está bien para un adolescente. Me mantuvo conectado a quien necesitaba en mi vida.

Su nombre era Mariel Ghate, una joven niña en ese momento, solo tenía 13 años hace unos mil días; era una chica alta, tenía una contextura física muy similar a la mía, no necesitaba inclinar mi rostro para mirarla a los ojos (que por cierto, eran como dos portales a otro mundo). Recuerdo que fue vestida con una remera normal, pantalon jean y zapatillas rojas, su sencillez ataba mis ojos a cualquiera de sus movimientos. Ella era una persona muy fácil de describir pero muy difícil de entender; generaba paz, tranquilidad y confianza en quienes trataba aunque notaba que su mundo estaba rodeado por una cadena de ambientes, sucesos y personas que la mayoría de las veces interrumpían esa poderosa conexión psíquica producto de lo más profundo de su ser.
Ella era muy risueña, todas sus acciones desprendían sonrisas que contagiaban a quien sea. Sin dudas que me gustaba, ella era todo para mí. El universo era un corazón, rodeado de más de una razón por la cual me enamoré. El universo era ella, la pequeña Mariel.

Sus ojos me llevaron a explorar todo aquello imposible de recorrer.
Me llevaron al sol, a lo profundo del mar, al ojo del huracán y al centro de la tierra.

Su boca me voló el techo para seguir construyendo mi pensamiento, sus palabras eran dulces y claras, me llenaban de luz las ideas que daban energía a mis proyecciones.

Su piel tan suave como el terciopelo divino que acobijaba los valores y generaba la Unión.

Su pelo inquieto reposaba sobre sus hombros como un pajaro lo hace en las ramas de los sauces en mi tierra.

Era un mundo diferente. Era luz en la oscuridad, era el calor en pleno invierno.





Renacer en el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora