Como un Cero a la izquierda...

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Tal vez yo no le importaba, quizas Mariel buscaba a otro tipo de persona, un tanto más introvertida con quien pueda compartir sus momentos. Sin dudas que si era así estaría perdiendo todas las oportunidades aunque sus acciones demostraban otros sentimientos.

Se sentía un clima apasionado bajo aquel sauce. El viento rozaba nuestras mejillas, la sombra cubría el incesante sol veraniego de la siesta misionera y las pequeñas golondrinas nos regalaban sus melodías nacientes de la naturaleza.

¡Ah!, me olvidaba de Jessie, era quien nos acompañaba en ese momento, fue a partir de ella que surgió la idea de salir a disfrutar ese hermoso día. Jessie era una chica de la misma edad que Mariel, iban al mismo colegio, ellas eran mejores amigas. A pesar de algunas coincidencias siempre fueron muy distintas, el perfil bajo de Mariel hacía que facilmente fuera dominado por Jessie. En fín, yo notaba en esta chica algo raro; nunca pude dar una descripción concreta de ella.

Todo fluia, nada parecía detenerse.

Decidimos contar historias de nuestra infancia

-Les cuento una de hace un tiempo atrás -Les dije mientras cebaba los mates-. Resulta que hace dos años atrás nos fuimos de vacaciones en familia. Acordamos en alquilar unas cabañas en Paso del Caballo. Todo parecía estar y corría el tiempo de la mejor manera. Hasta que llegó la noche. Se decía que en ese pequeño pueblo de 300 habitantes existían leyendas urbanas. Pero no nos creímos la historia.

Ambas me prestaban atención, respondían con gestos de sorpresa a cada detalle, aunque la bola que me daba Mariel era descomunal. Pensé que no le importaba. Cada vez me ponía más feliz.

-Proseguí la historia... -decía Jessie cada vez que yo me quedaba hipnotizado mirando a Mariel- ¡NO SEAS TONTO Y PROSIGUE!

-¡Está bien! -respondí-. Llegó la noche y debíamos salir a recorrer el bosque en busca de la leyenda. Árboles tupidos de hojas no dejaban que la luz de la luna penetre. Se nos hacía difícil ver. Mi hermano era muy pequeño en ese entonces y debí alzarlo de los peligros que acechaban el suelo. Mis padres vigilaban la zona.

-¿Era como una escena de película de terror? -preguntó Mariel-

-Así es. -le respondí- Era muy escalofriante sentir esa sensación de como que alguien nos perseguía. Luego de un rato y no encontrar nada nos llevamos una gran sorpresa. Una luz más brillante que la de la luna se precipitó con una estela de fuego muy cerca de nosotros. Fuimos a ver y se trataba de un pequeño meteorito.

-¿Qué hicieron con el? -preguntó Jessie-

-Llamamos a los guardabosques para que puedan investigarlo. Se sentía bien al tocarlo aunque quemaba por su alta temperatura.

-Tengo historias mejores. -dijo Jessie sonriendo irónicamente-

-Cuéntalas. -dijo Mariel-

-Si, cuéntalas. -afirmé-

La charla siguió fluyendo durante horas, más de 15 historias pasaron por nuestras bocas. Fue muy interesante la tarde que pasamos aunque yo no dejaba de pensar en la pequeña Mariel.

Pensar en esos ojos o al verla reír era como ver a Dios, como ver a aquella divinidad.



Renacer en el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora